sábado, 12 de diciembre de 2009

El Valencia sucumbe ante la mejor versión galáctica

Un buen Real Madrid ha hecho gala de su efectividad en la segunda parte del encuentro más esperado de la semana para llevarse los tres puntos del feudo valencianista. En dicha segunda mitad gozó de dos ocasiones clara y anotó tres tantos, mientras que un Valencia con entrega, garra y orgullo no desmereció, salvo en algunos tramos del partido, y pudo, como mínimo, puntuar frente a un rival que fue sensiblemente superior. Los de Pellegrini son más equipo cuando se dejan de nimiedades de retórica galáctica y se ponen a demostrar y a creerse ellos mismos que hay vida después de CR9.

La primera parte del choque comenzó con dominio local. Los talentos de baja estatura blanquinegros mimaban el esférico, combinaban, y bailaban una bella sintonía futbolística bajo la batuta del director de la filarmonica de Boca Éver Maximiliano Banega. El problema es que durante el primer cuarto de hora, dicha iniciativa valencianista no acarreó ni siquiera ocasiones de gol, y el Madrid fue entonándose progresivamente hasta hacerse con el control del choque. Karim Benzema y Gonzalo Higuaín se mostraban hediondos de peligro cada vez que acechaban el área de César, Rafael Van der Vaart se reencontraba con su técnica, de cuya ausencia suele adolecer, y por detrás Lassana Diarra, Pepe y Ramos vigilaban la retarguardia de la nave con tibia dura e intenso protestantismo luterano al colegiado gallego. El zaquero portugués, por cierto, no acabó la primera mitad. Se retiró lesionado, gravemente lesionado según parece, y Ezequiel Garay entraría en su lugar.

Al Valencia daba la sensación de que le faltaba un hombre ofensivo y Diarra y Alonso le vencían la batalla de la medular a Albelda y a Marchena, el cual se encontraba más en asuntos bélicos que en el propio juego. Higuaín advertía con un disparo desde la media luna que César repelía a córner, previa limpieza de polvo del poste. Susto. Poco después, en un saque de esquina Ramos la colocaba bajo la cruceta izquierda de la meta ché. El Valencia se había diluido y se veía impotente para crear.

Cero a cero en el descanso, y nadie parecía imaginarse lo que iba a acontecer en el segundo tiempo. El Valencia salió en la reanudación como cuando orientó sus miras hacia el vestuario: mal, desangelado y falto de ideas y de ritmo. En esta coyuntura aprovechó el dominante Madrid para adelantarse en el marcador. Benzema se deshizo de Bruno en el área y desde la línea de fondo asistió certero a la frente de Higuaín que cruzó para adelantar a la galaxia.

El choque parecía ponerse claramente del lado merengue, sensación exacerbada por la inoperancia de los pupilos de Emery. Banega no se siente tan bien en la mediapunta como lo hace como medio centro ofensivo, y contra equipos de la entidad del Madrid se nota mucho más. No obstante, Mathieu, que cada día es mejor atacante y peor defensor, centraba desde el lado izquierdo y Villa, en su única aparición del partido, se adelantaba en la salida a un hoy fallón Casillas, igualando la contienda. Este gol dio alas al conjunto valenciano, que durante los cinco minutos en los que se mantuvo el 1-1 en el electrónico, dominó y puso más empuje. Pero en el minuto 65, un cúmulo de despropósitos dieron lugar al segundo tanto merengue. César, en su empeño por sacar de puerta sin rifar la bola, hizo un erróneo pase a la banda derecha que acabó con el balón dominado por el Madrid, Mathieu entró de golpe a Marcelo que le puso un caño, vislumbró el desmarque al hueco de Higuaín y se la puso. El final ya se lo imaginan.

A partir de ahí, el Valencia pedía a gritos un cambio que sirviera de revulsivo. Las fuerzas empezaban a estar mermadas, y el tiempo comenzaba a ser un verdadero apremio. Emery tardó, pero hizo la sustitución. Se fue Navarro, con amarilla. Entró Joaquín, futuro goleador. Mathieu volvió a asistir, esta vez al gaditano, se sacó un duro disparo que Casillas no atinó a bloquear. Corría el minuto 79 y parecía que el Valencia tendría opciones para presentar su candidatura a ganarlo.

Pero enfrente estaba el Madrid. Sin su centemillonaria estrella mundial, pero el Madrid igualmente. Y además, el mejor Madrid de la temporada y con el santo de cara. Y el santo es más importante que cualquier Cristiano Ronaldo de turno. Xabi Alonso centraba una falta provocada no sin teatro por Sergio Ramos y el central Garay colocaba un imposible testarazo donde César no podía llegar. Marchena le agarró, se montó encima de él, le pegó, pero aún así, el argentino remató y el caprichoso esférico entró. Estaba en el destino que el Madrid ganara hoy, debe ser. A partir de ahí ya no hubo mucho más, el Valencia podía igualar el partido una vez. Dos veces incluso. Pero tres veces era demasiado. Fue un golpe duro en demasía. Parece injusto, el Valencia luchó, con muchos menos recursos y muchos menos millones. Siempre nos quedará Riazor...

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