domingo, 25 de abril de 2010

Gol de Villa y mañana será otro día

Corre el minuto 44 de juego, cuando el trencilla activa su silbato y señala el camino de los vestuarios. Con esta anécdota quiso, quizás, Fernández Borbalán poner un poco de picante a un partido soporífero, con un Valencia dispuesto a meterse en Liga de Campeones a la baja, y un Deportivo que deambula por la Liga BBVA sin rumbo ni objetivos. Lo único que hizo temblar a Mestalla en toda la noche fue el disparo a bocajarro las nubes de Pablo Álvarez en uno de los pocos errores tenidos y por tener de César en el conjunto che.

El Valencia muestra una exasperante tendencia a ambicionar la llegada hasta la línea de gol en cada embestida ofensiva, y así es imposible hacer daño al rival, máxime cuando la retaguardia gallega es de lo poco que conservan los pupilos de Lotina de ese Depor que apeó al Valencia de la Copa del Rey allá por enero, o ése que incluso llegó a soñar con luchar por la Liga de Campeones. Nada que ver. El Deportivo ahora llora las bajas de Guardado y Luis Filipe, sobretodo, y espera que la competición doméstica acabe, y se puedan marchar a unas vacaciones este año más largas gracias a la cita mundial de selecciones de Sudáfrica.

En dicho Mundial estará David Villa, verdugo deportivista desde la línea de los once metros. Anotó su tercer penalti de la temporada, y fue más que suficiente para conseguir los tres puntos ante el inofensivo conjunto blanquiazul.

Como suele ser habitual, el Valencia no supo sentenciar la contienda, y quedó siempre esa sensación, tan inquietante como cierta, de que con un milagroso gol del Deportivo, las cosas se complicarían en demasía. Recordemos que hace tiempo parece que el Valencia decidió tomarse vacaciones a razón de un partido de cada dos, concretamente en los que disputa a domicilio, por lo que un empate ayer rompería de lleno todas las cuentas de un equipo que parece decidido a ingresar en la Liga de Campeones sin sudar ni una gota de más.


viernes, 16 de abril de 2010

De nuevo Silva

Se olía el precipicio en Valencia. Tras la hecatombe isleña del pasado domingo, un aparentemente lanzado Athletic -4-1 en la última jornada- prometía dar más guerra en el coliseo de la avenida de Suecia. Una derrota hoy, después de los últimos acontecimientos, broncas públicas incluidas, hubiera encendido las alarmas en el siempre sensible feudo che.

No obstante, lo cierto es que el Athletic es muy semejante al Valencia: nulo a domicilio, fuerte en casa. Y en torno a este principio se configuró un partido que sólo tuvo un dueño. Las pocas ocasiones vascas llegarían gracias a lo de siempre, el balón parado, pero en esta ocasión no supieron ni así sacarle partido a la ya crónica maltrecha retaguardia del Turia.

El Valencia dominó, mandó, y maniató a un rival que sólo mostró signos de pretender engancharse a la contienda durante los primeros minutos de ésta. Los de Emery, sin embargo, no tardaron en arrebatarle el mando, por así llamarlo, del encuentro, y varias oportunidades tuvieron para inaugurar el marcador. Dicho estreno llegaría lindando el 35 de juego en Mestalla, cuando Silva se aprovechó de un rebote del poste de la meta de Iraizoz, previo remate de Alexis, para colarla dentro del marco león.

Por su parte, los de Caparrós no mostraron ni un atisbo de creérselo, y eso que al principio de la segunda parte Iturraspe le puso un centro magnífico a que Llorente remató, obligando a que el guardameta valencianista César se luciese con una estirada espectacular. Algunos instantes de tímido asedio rojiblanco, pero nada que no se pudiera amortiguar con un poco de concentración a balón parado.

El Valencia continuó a lo suyo, manejando un choque mucho más sencillo de lo esperado, con Joaquín y Vicente causando estragos por ambos flancos. Sólo le faltaba refrendar la victoria con otro tanto, y éste llegaría en el 62, otra vez por la calidad de David Silva, que con un fuerte disparo colocado batiría a Iraizoz, cerrando el electrónico de una noche verdaderamente plácida.

Si acaso, tocaba seguir con los cinco sentidos, no fuera a ser que el conjunto de San Mamés lograse recortar distancias mediante el juego aéreo, pero ni así...