domingo, 25 de abril de 2010

Gol de Villa y mañana será otro día

Corre el minuto 44 de juego, cuando el trencilla activa su silbato y señala el camino de los vestuarios. Con esta anécdota quiso, quizás, Fernández Borbalán poner un poco de picante a un partido soporífero, con un Valencia dispuesto a meterse en Liga de Campeones a la baja, y un Deportivo que deambula por la Liga BBVA sin rumbo ni objetivos. Lo único que hizo temblar a Mestalla en toda la noche fue el disparo a bocajarro las nubes de Pablo Álvarez en uno de los pocos errores tenidos y por tener de César en el conjunto che.

El Valencia muestra una exasperante tendencia a ambicionar la llegada hasta la línea de gol en cada embestida ofensiva, y así es imposible hacer daño al rival, máxime cuando la retaguardia gallega es de lo poco que conservan los pupilos de Lotina de ese Depor que apeó al Valencia de la Copa del Rey allá por enero, o ése que incluso llegó a soñar con luchar por la Liga de Campeones. Nada que ver. El Deportivo ahora llora las bajas de Guardado y Luis Filipe, sobretodo, y espera que la competición doméstica acabe, y se puedan marchar a unas vacaciones este año más largas gracias a la cita mundial de selecciones de Sudáfrica.

En dicho Mundial estará David Villa, verdugo deportivista desde la línea de los once metros. Anotó su tercer penalti de la temporada, y fue más que suficiente para conseguir los tres puntos ante el inofensivo conjunto blanquiazul.

Como suele ser habitual, el Valencia no supo sentenciar la contienda, y quedó siempre esa sensación, tan inquietante como cierta, de que con un milagroso gol del Deportivo, las cosas se complicarían en demasía. Recordemos que hace tiempo parece que el Valencia decidió tomarse vacaciones a razón de un partido de cada dos, concretamente en los que disputa a domicilio, por lo que un empate ayer rompería de lleno todas las cuentas de un equipo que parece decidido a ingresar en la Liga de Campeones sin sudar ni una gota de más.


viernes, 16 de abril de 2010

De nuevo Silva

Se olía el precipicio en Valencia. Tras la hecatombe isleña del pasado domingo, un aparentemente lanzado Athletic -4-1 en la última jornada- prometía dar más guerra en el coliseo de la avenida de Suecia. Una derrota hoy, después de los últimos acontecimientos, broncas públicas incluidas, hubiera encendido las alarmas en el siempre sensible feudo che.

No obstante, lo cierto es que el Athletic es muy semejante al Valencia: nulo a domicilio, fuerte en casa. Y en torno a este principio se configuró un partido que sólo tuvo un dueño. Las pocas ocasiones vascas llegarían gracias a lo de siempre, el balón parado, pero en esta ocasión no supieron ni así sacarle partido a la ya crónica maltrecha retaguardia del Turia.

El Valencia dominó, mandó, y maniató a un rival que sólo mostró signos de pretender engancharse a la contienda durante los primeros minutos de ésta. Los de Emery, sin embargo, no tardaron en arrebatarle el mando, por así llamarlo, del encuentro, y varias oportunidades tuvieron para inaugurar el marcador. Dicho estreno llegaría lindando el 35 de juego en Mestalla, cuando Silva se aprovechó de un rebote del poste de la meta de Iraizoz, previo remate de Alexis, para colarla dentro del marco león.

Por su parte, los de Caparrós no mostraron ni un atisbo de creérselo, y eso que al principio de la segunda parte Iturraspe le puso un centro magnífico a que Llorente remató, obligando a que el guardameta valencianista César se luciese con una estirada espectacular. Algunos instantes de tímido asedio rojiblanco, pero nada que no se pudiera amortiguar con un poco de concentración a balón parado.

El Valencia continuó a lo suyo, manejando un choque mucho más sencillo de lo esperado, con Joaquín y Vicente causando estragos por ambos flancos. Sólo le faltaba refrendar la victoria con otro tanto, y éste llegaría en el 62, otra vez por la calidad de David Silva, que con un fuerte disparo colocado batiría a Iraizoz, cerrando el electrónico de una noche verdaderamente plácida.

Si acaso, tocaba seguir con los cinco sentidos, no fuera a ser que el conjunto de San Mamés lograse recortar distancias mediante el juego aéreo, pero ni así...

domingo, 21 de marzo de 2010

Silva se carga al Almería

Con la resaca del épico combate de Bremen, el Valencia volvía ayer a la liga doméstica. Partido de menos renombre, de pocos espectadores, pero, igualmente, un choque de esos que hay que sacar sí o sí, si de verdad se quiere ser un equipo de relumbrón antañal. Los de Emery optaron por la táctica mostrada en Alemania, y a falta de una defensa en condiciones, protegieron la retaguardia atacando. La eficacia, eso sí, se agotó en Bremen. Hasta seis ocasiones claras -alguna más de menos importancia- se contabilizaron en el primer período, pero la lluvia vespertina debió de mojar la pólvora de los jugadores valencianistas.

Entre errores propios y aciertos de Diego Alves, tuvo que llegar la varita de un mago para resolver la historia. Eran los minutos de más presencia del Almería, que una vez hubo conseguido el objetivo de soportar la primera parte con su portería inmaculada, se preparaba para buscar el zarpazo en alguna ocasión. Piatti, incordiante donde los haya, lo buscó con énfasis, pero César volvió a hacer de las suyas. Empieza a ser una pesadilla para el joven argentino. Y sino que le recuerden la que le sacó el año pasado con el tiempo cumplido. Sería, como se comentaba, otro joven bajito el desatascador de un partido que el Valencia dominó casi de cabo a rabo. Si acaso, soltó la batuta en algún momento, pero nada que haya de preocupar.

Silva, ese menudo pero matón alumno aventajado de Juan Carlos Valerón, volvió a acatar responsabilidades. Primero, dio una lección de paciencia y prudencia al ver que la guardia almeriense le bloqueaba el paso hacia la meta. Se dio la vuelta con sublime parsimonia, miró, y le puso un pase perfecto a Mata. El burgalés abría la lata con la inestimable ayuda de un Silva que se luciría todavía un poquito más después.

Villa fue esta vez quien burlaría a todos los guerreros de Lillo, quien asistiría a un Silva que hasta desde el piso hace magia. Clavó el segundo tras caerse al suelo por un empellón del defensa del Almería.

Desde este momento hasta el final, el partido no tuvo más historia. Emery permutó a Silva por Míchel para que el canario tuviera la merecida ovación. Él sólo se bastó para derrotar a un digno Almería. Olé.

viernes, 19 de marzo de 2010

Apoteosis en Bremen

Vibrante y frenético duelo a quemarropa el de ayer en Bremen. Impresionante choque que desde el primer minuto se empeñó en darle un homenaje al fútbol. Lo hizo en tiempos en los que la racanería y la especulación resultadista inundan la mayoría de contiendas. Espectacular en estética y en emoción. En belleza y en suspense. Combate precioso y preciosista. Mágica e inolvidable noche, de nada apta para taquicárdicos.

Las dos escuadras ofrecieron un loable festival ofensivo, renunciaron a los centros del campo e hicieron gala de una feroz capacidad ofensiva con juego directo y con nulos escrúpulos. Todo ello se tradujo en los ocho tantos que se vieron, los cuales atestiguan la tamaña calidad de este partido.

Y dentro de este apoteosis balompédico continental, un nombre propio. Bueno, dos: Villa y César. El Guaje porque hizo una exhibición sublime de efectividad y talento. Incordió, trabajó, acertó y se aprovechó de los defectos de la zaga alemana, que no son pocos. Mertesacker y Naldo son indomables por los aires, pero por abajo no se enteran si Mata, Silva, Villa y compañía saben buscarles los puntos débiles. El caso es que Villa demostró por qué el Valencia se resiste a dejarle marchar. Lo hizo con tres goles, con tres chicharros. Grandioso.

Por su parte, el cancerbero vallisoletano volvió a hacer una actuación sencillamente increíble y, pese a que le escuezan y mucho los cuatro goles que se llevó del Weserstadion, hay que ser honestos y agradecidos con este guardameta cuasi tetragenario. Bravo César.

El partido defensivo del Valencia, no obstante, fue un completo cataclismo. Sin consecuencias funestas, afortunadamente, pero un absoluto desastre. Miguel no se enteró ante las acometidas de Marin, Özil y compañía; Maduro y Dealbert no estuvieron precisamente lúcidos, y un renqueante Bruno hizo lo que pudo frente a lo que se le venía por su lado.

La inoperancia defensiva fue el aspecto que aportó emoción al choque, pues si hubiera tenido el conjunto che más empaque y solidez atrás, no se hubiera complicado tanto el partido. Comenzó fuerte el Valencia, mandón y con mucha incisión. Y Silva sacó por primera vez la varita para darle una asistencia a Villa. Y Villa puso el primero.

Pudo poner el segundo al poco tiempo, pero falló ante Wiese tras un pase de la muerte de Mata. Sería este muchacho burgalés, de sentimiento asturiano, quien volvería a batir al meta alemán tras la segunda asistencia en bandeja de Silva, que se salió en la primera mitad.

El preparador teutón tiró la casa por la ventana y en el minuto 20, viendo como se trobaba el percal, retiró a Tim Borowski por Hugo Almeida. El Werder comenzó a carburar, lindó varias veces con el gol. Lo consiguió por medio de Almeida.

El Valencia soportó como pudo las embestidas bárbaras hasta el filo del intermedio. Fue entonces cuando Silva se tricoronó, cuando el canario volvió a regalar un gol a sus compañeros. Recibió en línea de fondo, con templanza la pisó para que el largo Mertesacker se pasara de largo, redundancia valga, levantó la cabeza como sólo cracks como él saben hacerlo, y le dio un pase bombeado a Villa. Lo demás ya se sabe. El Guaje resolvió sin despeinarse. 1-3 al descanso.

La segunda mitad sería más frenética y turbulenta si cabe. Mal augurio debió de ser la recaída de Bruno, que no aguantó el endiablado ritmo y se borró de la partida al descanso. Volvió al flanco izquierdo Jordi Alba, quien no estuvo tan acertado como en la ida. Culpa suya fue el penalti que devolvió ilusión a los alemanes. Derribó a Marin cuando ya le había arrebatado el esférico. Tosten Frings, como en la ida, convirtió la pena máxima. César, que poco antes le había hecho un paradón antológico a un testarazo de Naldo, adivinó la trayectoria del balón, pero no pudo responder a la fuerza del golpeo de Frings.

Cinco minutos después, en una jugada de estrategia a balón parado Marin buscó el disparo desde la esquina derecha del área. Silva rozó lo justo la bola para que despistara a César y se colocara el empate en el marcador.

Aquí, el Valencia sufrió lo indecible. Özil se desesperó con un nuevo despeje a bocajarro del meta valencianista. Pudo ser el 4-3, pero éste jamás llegaría. Sí lo haría, en cambio, el 3-4. Una perfecta contra culminada por el trigoleador Villa volvería a colocar al Valencia por delante en el marcador, pero ni de lejos dentro de cuartos. Corría el 83 cuando Pizarro clavó un gran cabezazo al fondo de las mallas, y otra vez, el Valencia se encontraba al borde del precipicio.

El pitido final del árbitro en el minuto 5 del tiempo añadido vino a refrendar que, aun con soberana agonía, con una retahíla desasosegante de adversidades y con algún que otro problema cardíaco, el Valencia sigue adelante en la competición. Glorioso partido.

lunes, 15 de marzo de 2010

La lesión de Albelda destroza un gran primer tiempo del Valencia

El Valencia entre algodones aguantó hasta la recaída de Albelda. Muy buena primera parte del combinado blanquinegro. Ayer, una vez más, más que nunca, combinado. Jordi Alba sustituyó al exhausto Mata con vistas a la conquista de los pueblos bárbaros, Maduro volvió a su posición de central, Albelda y Bruno retornaron al once de forma obligatoriamente prematura, y Chori hizo de Guaje. Panorama no muy halagüeño a priori pero que no tardó en desactivar el potencial ofensivo culé, merced a una gran solidaridad y concentración defensivas. También consciencia en sus limitaciones, que últimamente son muchas.

Empezó dominando el conjunto blaugrana, pero no con excesivo peligro. El tridente Pedro-Messi-Bojan no funcionó. Messi se diluyó por el centro, Bojan no encontró la inspiración, y Pedro no halló facilidades ante la defensa de Bruno y las ayudas de Alba. El Valencia mantuvo sus líneas ordenadas, y salió a la contra con mucho peligro. La primera la tuvo Jordi Alba, quien remató con fuerza pero excesivamente alto un centro de Pablo Hernández.

Los de Emery fueron adquiriendo confianza y viendo cada vez más claras sus posibilidades. Fueron ganando campo y llegaron hasta a sitiar por momentos el área de Víctor Valdés. El guardameta culé sacó dos intentos con la zurda de Pablo, y le quitó el balón del pie a Maduro cuando se disponía a partir las mallas gracias a una asistencia de Domínguez.

La más clara del Barcelona llegaría gracias a Dealbert, que se hizo un lío cuando la jugaba en zona defensiva. Messi le robó la cartera y salió como un rayo hacia César, pero el vallisoletano desvió su tiro a saque de esquina.

En el minuto 41 llegaría uno de los momentos clave del partido. De esos instantes que lo cambian todo. Albelda se resintió de su recién recuperada lesión, y tuvo que ser sustituido por Fernandes. A partir de aquí, el Valencia perdió el equilibrio, el empaque, aunque sin consecuencias en lo que restaba de primer tiempo.

Lo malo llegaría después. Guardiola dejó en el vestuario a un flojo Bojan e introdujo a Henry. Visto lo que se vio, acertó el preparador catalán. El Valencia, sin Albelda y con tres jugadores infiltrados, perdió metros, y el Barcelona, ahora sí, empezó a hacer alarde de su tan brillante fútbol. Henry le provocó la primera cartulina a Maduro al poco de comenzar, minutos antes de que comenzara la exhibición de Messi. El menudo argentino se aprovechó de un pequeño toque de su compatriota Banega para librarse de Bruno, romper literalmente a Dealbert y poner el primero de la noche.

No obstante, el Valencia no se descompondría hasta el minuto clave del partido. Zigic, que había entrado por un renqueante Domínguez, se vio solo frente a Víctor Valdés. Tuvo tiempo para pensar, para decidir la mejor opción de las múltiples posibles. Pero el serbio es podológicamente incompetente y, no se sabe a ciencia cierta lo que pretendió hacer, pero lo cierto es que el esférico fue directo al muñeco y el Barcelona se libró de una buena. En la jugada siguiente, Maduro, otro de los que no jugarían en condiciones normales, dejó la pierna estirada cuando Messi ya se le había escapado y el árbitro le sacó la roja de rigor. De rigor porque son 7 en los mismos partidos. Porque cuando el Valencia acabe un partido con los mismos jugadores con los que lo empezó, será noticia, y ello debería ser lo normal. El caso es que esa expulsión acabó por derrotar lo poco de Valencia que quedaba, que comenzaba a agonizar.

Bruno, al igual que Albelda, recayó de su lesión, y entró Baraja para permutarlo. El Valencia necesitaba que llegase el minuto final cuanto antes, porque se temía lo que iba a pasar. Que ante tanta adversidad valencianista, Messi, el crack culé, se sintió cual pez en el agua. Primero se fue hacia el centro como a él le gusta -y más ante el parsimonioso movimiento de piernas de Dealbert- y la puso ajustada al palo cruzado. Golazo y 2-0. Y aún quedaba un tercero, con un toque sutil, de maestro, de artista. Sólo él desatascó un partido que el Valencia encaró sorprendentemente bien, pero que se fue hundiendo merced a su incomprensible carrusel de bajas y tocados.


viernes, 12 de marzo de 2010

Contra el Werder y el complejo de lince

Buen partido del Valencia. Sino el más inspirado ante el arco contrario, sí un buen partido. El problema es que los árbitros últimamente no ayudan en absoluto para la causa che. El penalti no fue, Pero es que, ya no es que no lo fuera, sino que ni siquiera estuvo a punto. Ni lo pareció. Hechos como éste condicionan sobremanera una eliminatoria ya per se difícil porque el Werder Bremen no es el Brujas. Es un buen equipo, con subcampeones de la Eurocopa, subcampeones mundialistas y el año pasado vieron como el Shakhtar Donestk les quitaba la gloria de la última edición de la ya difunta Copa de la UEFA. El Valencia necesita frente a equipos como éste más eficacia goleadora y colegiados sin creatividad y ansias de protagonismo.

El caso es que volvió a empezar el partido con poca intensidad, la cual fue viéndose adquirida conforme el árbitro golpeaba como un martillo en la sien la moral valencianista. Poco había pasado en el minuto 23 cuando al asistente de Martin Atkinson le dio por ganarse su minuto de gloria televisiva y se chivó de un supuesto penalti de Banega a Pizarro. Por agarrar en el área a la salida de una falta. De esos que si todos fueran pitados acabaríamos los partidos con el atractivo y edificante marcador de 45 a 39 goles. Ayer no pitó tantos, de hecho, fue un monopenalti, pero con lo que significan los goles fuera de casa puede ser sumamente determinante. Inexplicable error que Frings refrendó engañando a César y colocando el peligroso gol a domicilio.

El Valencia comenzó a ponerse las pilas, como acostumbra, cuando la necesidad apremiaba, y antes del descanso Banega la puso en el poste derecho, previo roce de la mano de Wiese, y el Guaje la colocó en la Vía Láctea cuando lo más fácil hubiera sido clavarla y arreglar un poco el desaguisado del altivo trencilla anglosajón.

Pero como las desgracias nunca vienen solas, al poco de comenzar el segundo tiempo, a Banega no se le ocurrió otra cosa que empellar a un rival cuando todo el mundo miraba la ensangrentada boca de Wiese por un lance de juego con Villa. Y como parece haberse extendido el complejo de lince -y de protagonismo- por este gremio, pues el otro linier, que no iba a ser menos que su colega de enfrente, le indicó a Atkinson que Banega se debía de duchar prematuramente. Seis partidos, seis expulsiones.

No obstante, el Valencia se levantó frente a este dantesco espectáculo arbitral, enésimo ya en los últimos tiempos, y con diez sobre el campo fue mejor que con once. Buena lección de garra y coraje de un equipo semilisiado, con pocos efectivos y con más kilómetros en las piernas que Abel Antón. Sacó la casta y se lanzó con mucho corazón y poco raciocinio hacia la meta de Wiese. Esfuerzo que obtuvo su merecido cuando Mata supo empujar adentro cuando parecía que Silva la había liado de nuevo.

De este plausible pundonor valencianista intentó aprovecharse la expedición nordalemana cuando recuperaban el balón. Ahí es donde volvió a aparecer César, portero que si tuviera 10 años menos debería ir a la selección. Frenó los intentos de Pizarro y compañía, y el peruano también la mandó a la grada en un par de ocasiones. En esta ocasión, la suerte pareció no querer cebarse con los blanquinegros, que se habían repuesto a la escandalosamente escandalosa labor de Atkinson y sus comparsas. Ya era suficiente. O no, porque Villa se hizo un esguince en el hombro y se alza como seria duda para el Camp Nou. Salió Baraja por él, y el conjunto del Turia languideció lo que quedaba de contienda, no fuera a ser que cayera el segundo golpe germano y la cosa se pusiese más fea si cabe.

Al final, 1-1 que sin haber visto el partido sabría a poco, pero sabiendo las circunstancias que le rodearon, ha de dejar un buen sabor de boca e ilusión para consumar la venganza balompédica en la vuelta. Esperemos que allí no exista complejo de lince.


martes, 9 de marzo de 2010

Un piedoso Rácing no sentencia a un gris Valencia



Un ambiente enrarecido se cierne sobre Valencia cuando el lobo cántabro se arrima a tierras levantinas. Esta psicosis esta más que justificada. Los deshechos de esta especie de lobo ibérico en Mestalla cerca están de formar parte de la tradición folklórica española. Tchité, Munitis, Serrano y compañía, tienen fagocitada la moral che, y los que visten de blanquinegro se acobardan siempre frente a un rival que sabe perfectamente lo que tiene que hacer, y cómo, y cuándo... Y ayer sólo les faltó punteria.

Sin complejos, el lobo aulló durante el primer cuarto de hora, rondó el área valencianista. El cachorro Canales aprovechaba por el flanco siniestro los nervios del debutante, y aún más liviano que él si cabe, Joel Johnson. Por cierto, buen partido el del canterano valencianista. El rutilante fichaje del Real Madrid, junto a Tchité, trigoleador en el partido de la pasada campaña, y sus licántropos compañeros, presionaron la salida de balón del Valencia. Ahogaron y estrangularon la medular, formada ayer por Baraja y Maduro, y obligaron a los blanquinegros a obcecarse en el pelotazo made in Ranieri que de nada suele servir en los últimos tiempos. El juego del Valencia tuvo un tono grisáceo lóbrego, casi negro. Triste, muy triste, cuasi lúgubre. No anduvo nunca cómodo en la alfombra verde.

Aullaron y asustaron los ayer blaugrana, pero ese ritmo de presión en todo el campo les era, de todas, todas, insostenible. Insoportable. Así que, el Valencia, sin timón claro, ni estilo, ni esquema, ni ideas, comenzó a estirarse. Joel intentó aportar cositas por la banda derecha. Mata y Silva intentaban conectar con el Guaje. Pero nada. Prácticamente nada.

Sólo hubieron dos claras para los locales en el primer período. Ninguna, como no podía ser de otra forma, llegó mediante elaboración -Banega, vuelve ya-. La primera, tras un contragolpe lanzado por el gran juego de pies que tiene Moyá. Buscó el mallorquín a Mata, y la jugada desembocó en un Villa que no supo resolver solo frente a Coltorti. Corría el minuto 18. Alcanzaba el partido los 21 minutos cuando en una pérdida de la defensa racinguista, Pablo abría el esférico hacia el Guaje que, otra vez en soledad, la mandaba al poste primero, y al octavo anfiteatro en el rechace.

Antes del descanso, el Racing volvió a avanzar en el frente y el escurridizo Canales dio el primer gran susto de la noche. Moyá iniciaba por fin su resurrección, futbolística, claro está, y rechazó el balón con el pie.

La segunda parte fue de cabo a rabo del Racing. Por momentos el partido se enloqueció, se convirtió en un auténtico correcalles, pero en río revuelto, sólo los cántabros lindaron verdaderamente con la pesca. A punto estuvo el lobo de llevarse un pez gordo. El tercero más gordo de España. Aunque ayer, empequeñecido. La retaguardia del Rácing lo tuvo bien sencillo. Era cuestión de mantener las líneas juntitas, mantener el orden. Ni Villa y compañía tenían el día. Ni el Chori cuando entró. Baraja tampoco creaba juego. Ninguna tuvo el Valencia en la segunda mitad de la contienda. Varias, y bastante claras, la que los de Portugal tuvieron.

No obstante, el Racing no supo morder. Los che, merced a un gran Moyá, se escabullían, se resistían a la derrota, que empezaría ya a ser hasta justa. Tchité tuvo un par, ambas despejadas por el cancerbero valencianista, mientras que Canales volvió a escalofriar a la grada con dos remates que mandó excesivamente alto.

Parece el Rácing tan experto en liarla en la acequia de Mestalla que ayer se confío hasta que Turienzo Alvárez pitó el final de partido sin que hubieran agujereado las redes locales.

Cuando corría el 85, David Navarro, que ayer ejercía su retorno tras la lesión, vio la segunda amarilla por cortar un balón con la mano. Ésa es otra cuestión a mirarse. En los cinco últimos choques el Valencia ha visto cinco veces la roja. Sólo quedó impune en el agónico partido de vuelta frente al Brujas. Sea como fuere, el Racing siguió intentando sacar tajada del flojo partido valencianista, y los locales se pudieron dar con un canto en los dientes porque, vaya segunda parte... De nada sirve rondar y aullar si eres lobo y no matas a tu presa. El Rácing ayer no supo morder, y el Valencia salió vivo de un olvidable partido.

miércoles, 3 de marzo de 2010

En cuadro

La desestimación por parte del Comité de Competición del recurso que el Valencia había presentado el pasado lunes para rebajar en un grado la tarjeta roja que vio Miguel Brito en el partido del domingo en el Calderón confirma que, si el Comité de Apelación no dice lo contrario, el lateral luso no podrá ser de la partida frente al Racing.

Mala noticia aunque no por ello inesperada, ya que el carácter interpretable de la acción por la que fue expulsado el jugador blanquinegro disuade a los estamentos oficiales de la Federación a rearbitrarla. El colegiado del encuentro, Alfonso Pérez Burrull, hizo constar en acta que la entrada se cometió "levantando la pierna de forma peligrosa, con una fuerza excesiva, golpeándole y derribándole", lo cual no son sino interpretaciones intrínsecas a la función del árbitro. La espectacularidad de la acción desembocó en tal concepción, aunque las repeticiones con las que cuentan tanto los comités como los espectadores parecen desvelar que la entrada no es merecedora de tal severa decisión.

Es de suponer que la Federación no quiera añadir más leña al esta temporada especialmente avivado fuego de la polémica arbitral. Rebajar la sanción al portugués supondría el reconocimiento de otro error de Pérez Burrull en el partido que cerró la pasada jornada. Por otro lado, Competición le retiró la segunda tarjeta al jugador Alexis Ruano del encuentro Valencia-Getafe por considerar oportunas las alegaciones del club, por lo que se antojaba desde a priori complicado que repitiera el proceso en este caso.

Así, se confirma la depauperación de la zona defensiva del Valencia que, a la espera de que sea efectiva la probable vuelta de David Navarro, cuenta con la disponibilidad de sólo dos defensas de la primera plantilla: Ángel Dealbert y Alexis. Con el central de Puerto de Sagunto, la cifra ascendería a tres, y el cuarto formante de la retaguardia levantina frente al Racing de Santander volvería a ser Hedwidges Maduro.

Además, las bajas de Banega y Marchena por sanción, además de la de Albelda por una microrrotura muscular, extienden las zonas afectadas por la lista de bajas a la medular del equipo de Emery, quien tendrá que confiar en Baraja y Fernandes, dos hombres de escaso rodaje durante la presente campaña.

lunes, 1 de marzo de 2010

Nombres propios del Calderón

Emery: Si bien ayer la mayoría de acontecimientos puntuales no fueron culpa suya, sí volvió a demostrar una preocupante incapacidad para guiar al equipo a una victoria en uno de los campos grandes. Aunque Sergio Agüero acabara el partido cojo, no hay que caer en la trampa. La pata por la cual cojean los colchoneros es la defensa, y el Valencia no hizo ni el más mínimo amago de buscarles las cosquillas. Además, dicho sea de paso que la mejor defensa se obtiene atacando, y los de Emery, al igual que en el Pizjuán, en el Heliodoro y en el Molinón, regalaron los primeros minutos a los locales. Lo demás, tras la expulsión de Marchena, ya no se puede medir con el mismo rasero.

Marchena: Su actuación de judío nazi fue un ejercicio de autodestrucción colectiva unilateral incomprensible para un jugador de la talla y el palmarés del sevillano. Nos brinda cada campaña dos o tres partidos de esta índole, en los que confunde veteranía y picaresca, por malas artes y gresca -rima involuntaria, que conste-. No se entiende la entrada nada más comenzar el partido directa al tobillo de Simao. No se entiende porque se duerme tanto con el balón en los pies cuando le roba la cartera el Kun-y el bolso entero, si me apuran-, y no se antoja necesaria la manita con la que dinamitó el partido de su equipo.

Fernandes: Tanto Marchena, como Pérez Burrull -como las actuaciones de César, Agüero o Reyes-, le quitaron protagonismo al luso, pero lo cierto es que su papelón no ha de pasar inadvertido para los ojos del cuerpo técnico del equipo. Una cosa es que las cosas no te salgan bien. Es asumible, perdonable y excusable si en los ojos se te ve motivación, ilusión, ganas, rabia e impotencia. Lo que no puede ser es que este mozalbete, que se cree un crack, se mueva por el campo como si estuviera paseándose por la orilla de la playa de Peñiscola en su período vacacional -este año más largo porque no va a ir al Mundial, por mucho que él se considere apto- , con una apatía y una desgana características del más severo caradura. Se quería ir al Inter, pero hasta el Valencia de anoche -que ya es decir- se le queda grande.

Pérez Burrull: Que un colegiado se pase por la manga del chaleco tres penaltis y el equipo en ellos infractor acabe mosqueado también, dice bastante del descosido que llevó a cabo anoche en el templo de Manzanares. Cumple 45 años en septiembre, por lo que se acerca inevitablemente -por fortuna- a su retirada, y parece decidido desde hace un tiempo en dejar huella en el fútbol español. Ayer le salvó de una hecatombe bochornosa el árbitro que menos pinta, el del cartelito con los minutos añadidos, el impertinente que manda callar a los entrenadores malhumorados. Este avispado trencilla cántabro es el mismo que la pasada temporada expulsó a Juanfran del Osasuna en el Bernabéu por dos presuntos piscinazos en el área. Con este mismo criterio, el piscinazo que sólo él vio en el clamoroso penalti cometido por Banega, también debiera haber sido amarilla para Reyes. Este señor es el mismo que mandó a la calle a John Carew por instar a la grada de San Mamés a cerrar el pico en la misma temporada en la cual Raul hizo lo mismo sin consecuencias negativas en el Camp Nou. En fin, que acabe su carrera lo antes posible y que deje tener a los futbolistas expuestos a sus meteduras de gamba.

domingo, 28 de febrero de 2010

El Atlético pasa por encima del Valencia con la ayuda de Marchena



Pérez Burrull es malo, muy malo. Si estuvo en la nevera tras el deshecho osasunista en el Bernabéu, no fue por casualidad. Condicionó un partido con sus erróneas decisiones, cambió claros penaltis a favor del Atlético por expulsiones a jugadores del Valencia, y mantuvo una actitud altiva que no se corresponde con su rol. Lo del señor Marchena es para darle de comer aparte. Un capitán no puede provocarse una amonestación en la primera jugada del partido, y autoexpulsarse después con una absurda mano dentro del área. La apatía de los blanquinegros, tampoco tiene precio. Una vez más demostró no tener la más mínima pista de cómo se juega en los campos grandes de nuestra liga. Partido lamentable, se mire por el ángulo que se mire.

El Atlético fue superior, contra 11 y, por supuesto, contra 10. Por tanto, no existe excusa. El gol en el minuto 20 de Silva no hacía justicia en el marcador en base a los méritos de los dos equipos. El Atlético ya había tenido opciones de adelantarse y la misma jugada con la que llegaría el tanto del jugador canario del Valencia se inició con un clamoroso penalti de Éver a Reyes que Pérez Burrull se tragó. Los de Emery partieron a la contra y Silva batió a David De Gea tras un rechace y una jugada personal de cierto suspense. Hasta ahí llegó el juego ofensivo de los che.

El Atlético se lanzó a por el empate y lo encontró de la forma más esperpéntica nueve minutos después del tanto blanquinegro. Marchena, desquiciado sin motivo alguno, se confió jugando el esférico, lo perdió merced a la insistente presión de Agüero y, tras caer al césped, se la rebañó con la mano al argentino, quien como un caballo desbocado corrió tras un despistado trencilla, que no se había percatado de la película. A las protestas del Kun se unieron las quejas de sus compañeros de equipo, mientras el árbitro gallego se acercaba al cuarto árbitro para que éste le confirmase que era pena máxima y expulsión. Nada que objetar. Si acaso la potestad del cuarto árbitro para cambiar la decisión del colegiado. Y el rumbo de un partido. Vaya por delante que es la primera vez en la historia de esta competición en la que el cuarto árbitro señala una pena máxima. Minuto de gloria para el asistente, gol de Forlán y Marchena a la ducha.

Emery dio entrada a Maduro por Juan Mata para recomponer su retarguardia, y los che se dedicaron a aletargar el partido hasta el intermedio.

La segunda parte no fue sino un monólogo de ataque atlético, en el que un Valencia sin capacidad de respuesta, apático, desangelado y falto de actitud, sólo pudo sobrevivir gracias a las paradas de César Sánchez. El cancerbero vallisoletano se quedó a escasos 13 minutos de completar una gesta, pero se fue del Calderón con cuatro roscos que si no hacen justicia a su notable actuación, sí son lícitos y legítimos vistos las credenciales de su compañeros de campo desde la expulsión de Marchena.

Hasta cinco -o seis, o siete, u incluso ocho- intervenciones de gran calidad se sacó César hasta que el Kun Agüero consiguió batirle de cabeza, tras otra jugada polémica en la que el pequeño argentino estuvo un buen rato sentado en el suelo de manera tangible y el colegiado no paró el juego hasta que se produjo una dudosa falta en la banda. Antes se había tragado un penalti de Banega por frenar con la mano un libre directo de Simao Sabrosa.

Con los méritos del Atlético reflejados en el electrónico, Burrull se inventó una expulsión a Miguel por una presunta plancha a Valera que deja más en cuadro si cabe la defensa del Valencia para el próximo choque, y que provocó la llegada de los dos últimos tantos de la noche aciaga valencianista. Forlán y Jurado culminaron una goleada que se queda hasta corta. A un equipo no puede condicionarle tanto la expulsión de un jugador. Mala pinta tiene la cosa.


jueves, 25 de febrero de 2010

El Valencia ejecuta al Brujas en la prórroga



Agonía, épica, emoción... Muchas sensaciones vividas durante la ncohe de hoy en Mestalla. Un Mestalla con ánimo de venganza deportiva, de revancha por el aciago partido del jueves pasado en la ciudad belga. Un Valencia preparado para la gesta, con una formación ofensiva de 3-5-2 y con todas las localidades de su circo máximo ocupadas, comenzó como un auténtico vendaval, y el primer apogeo de la noche llegó a los 20 segundos de juego. Miguel, en ese momento actuando en el lateral izquierdo, ascendió como quien no quiere la cosa por dicho flanco, y centró un balón que tras ser rozado por un zaguero forastero llegó a los pinreles de Juan Mata, quien batió por bajo desde el punto de penalti a Stijnen.

Cómo es el fútbol, que lo que no consiguió el Valencia en los primeros noventa minutos en Brujas, lo hizo ayer cuando los aficionados todavía se estaban acomodando en sus asientos. Cómo es el fútbol que lo que consiguió en la primera jugada del partido, no volvería a ser capaz de hacerlo hasta la prórroga. Hecho tan pronto lo más difícil, pasar de ronda parecía pan comido en un principio, pero a posteriori se comprobó que de pan no tenía nada. Y menos comido. Ni siquiera un trocito. Del éxtasis inicial el partido se fue calmando, el Brujas fue ordenándose y al Valencia le comenzó a costar más llegar al arco visitante. A pesar del decreciente ritmo valencianista, el control del choque prosiguió siendo absoluto, merced a una inédita medular formada por Baraja y Banega, cuyas espaldas se veían bien secundadas por David Albelda.
Exceptuando los primeros compases, el Brujas hizo un partido serio y no dejó que los pupilos de Emery se acercaran con facilidad a su portería. Aún así, el equipo che pudo irse al descanso con algún gol más de ventaja. La peligrosidad del equipo flamenco sólo residió en algunas jugadas aisladas y en libres directos desde la frontal. La ocasión más clara de los blanquinegros la tuvo Banega al filo del descanso, cuando desde fuera del área chutó duro pero excesivamente centro como para batir a un Stijnen que lo iba a poner muy difícil si batirle era el objetivo valencianista.

En la segunda parte, la contienda se mantuvo por los mismos derroteros, con el peso del juego ofensivo portado por los locales. El Valencia volvió a un 4-4-2 clásico con la entrada por precaución de Alexis por un amonestado Rubén Baraja.

Stijnen no tardó en convertirse en la pesadilla blanquinegra. Repelió uno a uno todos los disparos que los estiletes valencianistas enviaban hacia su meta. Cuando se tenían nueve minutos cumplidos de la segunda parte, Villa se inventó una gran jugada personal desde la banda derecha, pero envió su disparo a las piernas del cancerbero belga. No obstante, la más clara la tendría Pablo, quien incomprensiblemente la envió también al muñeco tras aprovecharse de un rechace del guardameta a tiro de Joaquín -quien, por cierto, había entrado por Zigic-.

El Brujas, en la parte final de los noventa reglamentarios, también dispuso de ocasiones para dar la campanada, pero César, ayer titular en detrimento de Moya, respondió con tanta eficiencia como su colega Stijnen.

A la postre, los locales no supieron sacar una eliminatoria por la vía de los noventa minutos y tuvieron que enzarzarse en una imprevisible prórroga, con las fuerzas de ambos contendientes escaseando cada vez más.

Aquí, Pablo Hernández fue el gran protagonista. Primero porque en la primera parte del tiempo añadido se vio en la media luna, y disparo seco abajo, a la derecha del portero belga. Eliminaba así cualquier opción de marchar a la tanda de penaltis, y daba momentáneamente el pase a los valencianistas.

Al comienzo de la segunda parte, Mata se encontró solo frente al cancerbero del Brujas, pero ajustó tanto su disparo que salió rozando el poste de la portería. Pero por fuera, claro. Minutos después llegaría la sentencia definitiva con una contra perfectamente ejecutada por Pablo, quien tras sortear la salida del portero, puso el tercero de la noche.


martes, 23 de febrero de 2010

Villa y Paradas Romero, las dos caras del fútbol


El Valencia logró ayer, lunes, su cuarta victoria consecutiva en el fuedo de la avenida de Suecia y dio un paso importante de cara a la clasificación para la Liga de Campeones. Lo hizo pese a chocarse contra un gran equipo, el Getafe de Míchel, y lo hizo, sobretodo, pese a Paradas Romero, un árbitro malagueño que no dio ni una a derechas y exasperó a equipo y público valencianista. Pese a todo, el Valencia sigue tercero y adquiere un serio colchón frente a Deportivo y Mallorca, inmediatos perseguidores de Valencia y Sevilla en la lucha para la Champions.

Comenzó fuerte el Getafe, aprovechando la ya tradicional desidia inicial de los blanquinegros. Subió las líneas de su escuadra Míchel, asumiendo los riesgos que ello conlleva. Ahogaron por completo el juego de creación del equipo che, el cual se enfrascó en una serie de balones largos estériles sin ningún tipo de peligro. El partido comenzó jugado en la mitad de campo de los locales, manejado por la batuta que dictaba el veterano de guerra Casquero y el joven Parejo. A las bandas, Manu del Moral y Pedro León intentaban buscar por las alturas al otrora valencianista Miku, quien no anduvo muy acertado en toda la noche. El caso es que el Getafe salió mandón, pero no tuvo prácticamente ocasiones de gol. De hecho, la primera fue para el Valencia, para el debutante titular Domínguez, quien en una de esas contras que tanto le agradan a los blanquinegros pudo estrenarse a lo grande. Lo evitó Codina.
Los de Emery, sin embargo, no acababan de tomarle el pulso al encuentro. La presión del equipo madrileño provocó una exhibición valenciana de pases imprecisos que impedían un juego fluido. Alexis se cayó al suelo y tocó el esférico con la mano, hecho que le costó la amarilla. Poco después, otra mano, la de Albelda, acarreó una cartulina amarilla que a su vez conllevará la ausencia del de la Pobla Llarga en el Calderón.
Por esos derroteros de incertidumbre se halló toda la primera mitad hasta que al filo del minuto 40, César sacó de meta largo hacia el ayer lateral izquierdo Alexis, quien con la cabeza prolongó el balón al hueco para el Chori, que ya casi en línea de fondo le puso un perfecto pase de la muerte al Guaje Villa, que no falló frente a Codina. Con muy poco, 1-0. Y una de las mejores noticias de la noche se empezaba a vislumbrar: la vuelta de Villa. Ante el trascendental encuentro del jueves, es necesario que el asturiano se sienta confiado y en buena relación con el gol.
Antes del intermedio todavía habría tiempo para que el Cata Díaz sacase prácticamente de dentro un balón con el que Domínguez ya había superado a Codina.

Nada más comenzar la segunda parte, un Villa en plan estelar aprovechaba un balón al hueco de Silva para batir mediante vaselina a un adelantado Codina y cerrar aparentemente el partido. Digo aparentemente porque aquí apareció el colegiado Paradas Romero, protagonista de la noche con permiso de Villa, quien se preocupó de reabrir un encuentro cuando ambos entrenadores ya pensaban en el entrenamiento del día siguiente. Pedro León, pícaro y tramposo ayer como nunca se le vio, forzó una inexistente falta que el árbitro interpretó como merecedora de la segunda amarilla de Alexis.

El Getafe vio un inesperado atisbo de salvar como mínimo un punto y se fue a por todo hacia el marco de César. Además, los banquillos de ambos equipos se movieron. Emery recompuso su -cada vez más- maltrecha defensa con la entrada de Maduro por un ovacionado Domínguez, mientras que Míchel daría entrada a Albín y, poco después, a Kepa, en busca del gol.

Fue Manu del Moral quien tras un erróneo despeje de la zaga che, batió por bajo a César a falta de aproximadamente un cuarto de hora para el pitido final. Emery dio entrada a Mata por el héroe del partido, en un final que se hizo eterno para toda la parroquia che.

Mientras tanto, Paradas Romero siguió a lo suyo. No señaló un penalti a Maduro, sí vio un inexistente fuera de juego de Pablo -que había saltado al campo en sustitución de Joaquín-, y consideró como saque de puerta un despeje de un defensa del Getafe. Para más inri, casi al final del encuentro, Dealbert cometió un absurdo e innecesario penalti ante Miku que el colegiado andaluz no se atrevió a señalar. Nefasta actuación arbitral, pero importante y sufrida victoria valencianista. Ahora, a pensar en el Brujas.

jueves, 18 de febrero de 2010

Serie de catastróficas desdichas en Brujas



Se desconoce si por brujería, por simple mala fortuna, o por un compendio de ambas, pero lo cierto es que el Valencia se ha complicado y mucho la eliminatoria de deiciseisavos de final de la Europe League. También hubo errores propios. La rabieta que le costó la magenta a Silva no venía a cuento, y la enésima cantada de Moyá son ejercicios de autodestrucción que han empujado al Valencia al borde del abismo. Del partido de vuelta dependerá si el Valencia cae por el precipio de la eliminación, o si sigue por el sendero hacia la final. No participará en Mestalla Jeremy Mathieu, lesionado de gravedad en un lance de juego. Sí será en cambio de la partida un negado Villa, quien hoy la estampó contra el palo en la segunda parte.

Comenzó vivo el choque. Una buena intervención de Moyá nada más comenzar libró a los de Emery de encajar el primero de la tarde. A los pocos instantes, sería su colega rival quien salvaría por partida doble a los suyos. Primero en un magnífico remate dirigido al cartabón de Villa desde la frontal y en ese posterior saque de esquina, cuando Baraja fusilaba incomprensiblemente al muñeco desde casi el área pequeña. Minutos después, Mata también la estamparía contra el meta Stijnen. Hasta el cómputo de ocasiones claras, todas en el arranque del choque.

Si bien el partido estaría controlado hasta la autoexpulsión del canario Silva, la lesión de Mathieu en el minuto 22 alertargaría a los jugadores valencianistas hasta el descanso. Por el galo entró Maduro, que jugó en la derecha, desplazando a Miguel al flanco izquierdo. La intensidad del choque se rebajó, pero no la dureza belga, la cual seguiría martilleando las extremidades inferiores valencianistas hasta el pitido final. En esta coyuntura, el delantero Kouemaha se encontró con el balón solo frente a Moyá, pero su disparo con la siniestra se fue a saque de puerta no sin antes contactar con el travesaño.

La segunda parte no se demoró en seguir siendo un absoluto tormento para la expedición blanquinegra. A los tres minutos, Silva vio su segunda amarilla por una innecesaria patada a un rival en la pugna por el balón tras la salida de un córner. Apenas 8 minutos después, Kouemaha recibía un balón en la media luna, se daba la vuelta y se inventaba un chut fácil de atrapar para el cancerbero valencianista quien, para disgusto de la parroquia che, cometía un garrafal fallo que le puede costar al Valencia su clasificación. Incomprensible el rendimiento de este guardameta que costó 5 millones y cada día se troba más inseguro bajo los palos.

El Valencia, pese a todos los golpes recibidos, se sobrepuso y trató de dominar en el encuentro. Sin embargo, la ausencia de Silva era una losa demasiado pesada y el equipo lo acusó. Mata y Villa se encontraban demasiado solos, y ni un Miguel voluntarioso pero desacertado en ataque, ni los nefastos de forma física Joaquín y Pablo, lograron contactar en condiciones con los dos estiletes che.

Aun así, Villa la tuvo al principio del último cuarto de hora pero el Guaje está en conflicto con el gol. La cruzó rasa, y el balón se estampó en el poste.

De ahí hasta el final, monólogo de juego valencianista, impotente frente a un inefable árbitro "a la europea", exageradamente permisivo con los del Benelux, y muy estricto con los blanquinegros, así como a una férrea defensa del Brujas, impresionados con el resultado que estaban logrando. Y que acabaron logrando, ¿por qué no decirlo?

El Valencia tendrá que escalar el jueves una dura montaña si quiere estar en el bombo de octavos.

domingo, 14 de febrero de 2010

El Valencia se deja dos puntos en Gijón



Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Emery es un perfecto paradigma de este principio. Es más, es capaz de cambiar ese "dos veces" de la cita por un severo "tres veces" o incluso "cuatro veces". O más. Ya saben.

Decía su presidente, el señor Manuel Llorente, que el Valencia todavía puede dar la sorpresa. Superar a Madrid o Barcelona, o a los dos a la vez.Yo no lo creo así. No es así porque el Valencia adolece de falta de ambición. No lo es porque ya no es tan fuerte a domicilio. Y porque el Barça y el Madrid son dos indomables titanes absolutamente inalcanzables por métodos humanos y mortales. Y reitero, Emery es humano. Un perfecto humano.

Volviendo a la cita célebre, digamos que el Valencia salió ayer de la misma forma que lo hizo en Tenerife. A verlas venir. Recuerden, así, sin ir más lejos, al Madrid de Riazor. Un Madrid mandón, con iniciativa, ambición, todo lo que le falta al conjunto del Turia. Al menos de inicio. Si la ineficiencia goleadora del Tenerife evitó una hecatombe en los primeros compases del choque insular, los che no salieron tan bien parados en los veinte primeros minutos de los dos partidos posteriores a domicilio. Negredo la puso dentro en el Pizjuán, ayer la clavó Diego Castro cuando los de Emery todavía se quitaban las legañas.

Por eso principalmente el Valencia no está allí arriba. Porque no sale con decisión y pundonor a por la victoria. Lo de los palos de Marchena y Villa, las intervenciones varias de Juan Pablo y demás, son cuestiones anexas. Lo que más importa es la intención. El otrora mejor equipo a domicilio únicamente muestra las virtudes ofensivas que atesora cuando el marcador se pone en contra. Entonces, eso sí, puede hacer un "chorreo". Ayer pudo hacerlo, pero la fortuna no ayudó.

Los de Preciado son un verdadero y literal bloque. Rebosan garra, ilusión y entrega. ¿Todo lo que le falta al Valencia? De ahí los cuatro puntos que le han birlado a los che en los dos partidos de liga. Empezaron como un obús, marcaron gracias a una joya de Diego Castro, y se fueron atrás. Pero no con barraca y autobús doble, no. Con mucho criterio, ayudas defensivas, concentración, y buscando la contra. Hasta el gol de Mata, el del empate, transcurrió más de una hora de juego. Si hubieran puesto el segundo se habrían llevado los tres puntos. Lo tuvieron cerca. Y más cuando tras el empate del burgalés el partido se tornó en una psicótica locura endiablada que acabó en el descuento con un uno contra uno de Mate Bilic frente a César. Lo salvó el vallisoletano. Menos mal.

Por el cómputo de ocasiones, por el total dominio valencianista tras el gol asturiano, el Valencia mereció más. Pero estas cosas le pasan por no aprender de sus errores, por ceder la batuta de los primeros minutos al rival y dejarle hacer. El Valencia tiene ambición, sí, pero sólo para ser tercero.

lunes, 8 de febrero de 2010

Líder a trece puntos del primero



Si algo ha quedado bien claro en las 21 jornadas de Liga BBVA que se portan disputadas, es que el tercero en discordia es el Valencia Club de Fútbol. El Valencia se alza como el indiscutible líder de la liga de los humanos, aquélla formada por los equipos que sufren los compromisos económicos que una época de crisis conlleva, aquélla en la cual hasta los conjuntos teóricamente más fuertes pueden patinar en campos más humildes -véase ayer el Sevilla en la Romareda-, aquélla en la que cada domingo existe emoción.

En la otra liga, la del Madrid y el Barça, sólo existe intringa en su conjunto. Osease, únicamente tiene suspense el desenlace, la respuesta a la pregunta del millón, ¿quién ganará la Liga? Dentro de ella, los periodistas deportivos que llevan la camiseta de uno u otro equipo, parafraseando a Pep Guardiola, tratan de inventarse bulos de etimología villarina para alimentar un pseudoculebrón de 38 partidos a cara de perro entre los dos equipos más poderosos del mundo. Interesante, sí. Pero hasta cierto punto. Aburre ver como a los cinco minutos ya van ganando. Y ante ésto, no extraña que el árbitro pase a ser el punto de mira principal. Es el único individuo de la farándula futbolística que se interna en el terreno de juego sin ser de ningún equipo. Pero la polémica que se viene vertiendo sobre el villarato y demás presuntos complots contra la transparencia de estos personajes no es más que un artificio mediático que sirva, por un lado, para justificar la victoria rival y la consecuente derrota propia y, por otro, mantener viva la llama mediática de un espectáculo bipolar, bipartidista, y privativo de dos equipos. Seamos sinceros, a los dos grandes les ayudan los colegiados.

A mí, personalmente, esa liga me provoca tedio. Es como una película comercial de acción americana. Sabes que por muchos tiros que les peguen los malos a los buenos, nunca les van a alcanzar. El desenlace es de sobra conocido. O Madrid, o Barcelona. Por eso, me interesa la otra liga, la de los terrícolas, la de los humanos. Ésa liga en la que el Valencia tiene 10 ocasiones para humillar al rival, pero no las convierte. ¿Por qué? Porque sus jugadores son humanos, y cometen errores. Ésa liga en la que el Sevilla va a Zaragoza, cuyo equipo está en horas muy, muy, muy bajas, y coge, y pierde. Y con un gol en propia. De Negredo, además. Ésa liga de un imprevisible Atlético, tan ambiguo como siempre o más, que hoy gana de paliza al Valladolid y mañana sufre para apear de la Copa a un Segunda. Ésa donde el Xerez visita la Catedral y casi le da un disgusto a Caparrós y los suyos.

Ésa, señores, es la bonita liga española. Ésa y no la otra. En esta liga, el Valencia es el mejor y ha de demostrarlo. De momento, líder a cinco del Mallorca, segundo, y a seis del Sevilla, tercero. Lástima que para el pasaporte hacia la Champions los superequipos fuera de concurso también cuenten. Amunt València.

domingo, 31 de enero de 2010

El Valencia frustra una gran oportunidad


El Deportivo había caído frente a la Galaxia y el Mallorca la pifió de lo lindo contra el colista. El Valencia tenía la oportunidad de dar un zarpazo muy resaltable de cara a conseguir su pasaporte para la Champions. Con una victoria anoche, hubiera quedado a ocho puntos el quinto puesto. Además, las victorias de Barcelona y Madrid obligaban a imitarles para seguir soñando con algún día ser serio aspirante a la liga. Parece imposible encontrar más motivaciones y acicates para salir a por todas hacia la victoria. Pero el Valencia, desde la alineación, decepcionó. La medular conservadora de Marchena y Albelda dejó huérfano de llegada al conjunto valencianista, y los cuatro temibles atacantes che quedaron como meros espectadores de lujo de una primera mitad para olvidar. El Valencia se empequeñece en las grandes citas y es incomprensible. Ayer, el Sevilla carecía de media defensa. El recién llegado lateral Stankevicius pasó a ser central improvisado y Adriano pasó a la derecha cuando su posición es la siniestra. Emery no supo leer la coyuntura y cedió la responsabilidad a un equipo hispalense que sí que pareció entender lo mucho que se cocía en su estadio.

No es que fuera un escandaloso el dominio sevillista. Su juego estuvo más bien basado en colgar balones a Kanouté y Negredo, con su pícara provocación de faltas, y en la habilidad de Navas que parecía todavía mayor siendo replicada por un Bruno insufrible por la izquierda. No fue escandalosamente escandaloso, pero al menos fue. Y desde la esquina en la cual los de Manolo Jiménez forjaron la eliminación copera valencianista del pasado curso llegó el primer tanto de la noche. Negredo la puso en las mallas del que pudo ser su equipo y éste andó a remolque. Eso sí, el primer tiro a puerta no llegaría hasta ocho minutos después del gol local, en el 28. Mal, muy mal.

Y es que, en el Sánchez Pizjuán no se puede salir a medio gas. Eso es así. Si el Sevilla se adelanta, el balón deja de rodar, y su lugar en el piso es ocupado por los guerreros sevillistas, quienes, con vistas a minimizar el tiempo jugado y asegurar la victoria, caen como moscas ante cualquier contacto. No obstante, ésto es lógico. Ya se sabe como se las gastan en Triana. La pérdida de tiempo es su forma de vida. Y los árbitros suelen caer. No fue menos Pérez Lasa, quien se tragó la expulsión por manos de Zokora, y algún que otro típico teatrillo. Todo arte. Todo flamenco andaluz.

Pero lo que no es permisible es que el Valencia entre en su juego. Desde la sentada de Banega, el mejor del partido de la primera vuelta, el Valencia renunció a sus armas y prefirió salir a la guerra.

Cuando reaccionó Emery fue tarde. La entrada de Banega y Zigic por Marchena y Pablo -que estuvo inoperante, por cierto- precedió al error de Albelda en la salida de balón que propició la contra culminada por Negredo, que con una preciosa vaselina marcaba el segundo de la noche al que pudo ser su equipo, y casi sentenciaba el partido.

Y digo casi porque el Valencia si quiere puede. Y cuando quiso, pudo. A partir del segundo gol, sin presión y con mucha necesidad, el ataque valencianista comenzó a carburar y sólo el poste y Palop evitaron que el choque tuviera, como mínimo, emoción hasta el final con el recorte de distancias por parte de los del Turia.

Dicho recorte llegó en el minuto 2 del descuento, gracias al cráneo de David Navarro, demasiado tarde para salvar un choque decepcionante del Valencia. Sí que dio tiempo a que el valencianista Palop ejerciera un absurdo penalti sobre Villa que Pérez Lasa, sin ganas de entrar en historias, no quiso ver.

El Valencia tiró ayer por la borda una oportunidad de oro para acercarse a la Champions. El Sevilla fue mejor en intensidad y en la consciencia de la importancia del partido.

miércoles, 27 de enero de 2010

El Madrid no es un buen padre


Una buena educación paterna es aquélla en la cual, cuando el hijo comete una maldad, el padre le regaña y le insta a que no vuelva a ocurrir. Ésa es la labor que deberían de ejercer los altos cargos de los clubes con sus jugadores.

Estos señores son normalmente de alta edad, experimentados en mil y una batallas de la vida. Son incluso, a veces, ex futbolistas. Son, por tanto, amplios conocedores de las sensaciones que se viven en un terreno de juego, de lo importante que es contar hasta diez, o hasta once o doce, éso es ya según gustos, para evitar que un calentón derive en la tan temida cartulina roja.

En el Real Madrid, club que se hace a sí mismo poseedor de un dudoso título de tradicional gran señorío, clase y deportividad, no sólo no actúan con previsión, sino que cuando su hijo mete la pata hasta el fondo o, en este caso, el brazo, saltan contra el estamento arbitral, contra los comités, el pobre Mtiliga y su nariz rota, y contra quien haga falta.

El asunto es bien fácil. Si en un estadio una persona tira una moneda y no golpea al asistente, no pasa nada. No existe el delito. Si se da el caso de que la misma moneda, alcanza a dicho juez de línea, el estadio se cierra.

Pues lo mismo ocurre aquí. Dense cuenta, que tanto Villa, como Higuaín como Messi, como Silva, Pablo, Cazorla, Forlán, Kaká, o cualquier jugador de esta Liga "de las estrellas", son agarrados cuando ponen la directa hacia la meta rival, pero ninguno, casualidades de la vida, ha roto jamás ningún tabique nasal.

No es agresión, parece no haber intencionalidad. Pero lo que debería hacer el Madrid es recriminarle a Cristiano Ronaldo el haberle destrozado las fosas respiratorias a un contrario. Esa incomprensible protección a su temperamental astro no puede ser sino contraproducente para el conjunto del Estado. Perdón, de la capital.

Programas como Punto Pelota, de Intereconomía, donde se reúnen los más radicales madridistas que no son capaces de reconocer un sólo defecto del club de sus pasiones, no hacen sino exacerbar el antimadridismo. Antimadridismo del que, por cierto, tanto se quejan después.

Deberían agachar la cabeza, pedirle perdón al pobre Mtiliga, y dar gracias al Comité porque de esa acción, el jugador del Málaga salió peor parado. Estará tres semanas de baja, dos jornadas se perderá el jugador blanco, si no dice algo distinto el Comité de Apelación.

Deberían también dar las gracias por no haber inhabilitado a su central Pepe de por vida, y deberían de agradecer al dichoso colegiado que le expulsó por doble amarilla y no por roja directa por la agresión a Ortiz del Almería.

Asimismo, el Madrid debería enseñarle al astro luso, que el Cristiano que desean es aquél que clava un remate a la escuadra de Munúa, aquél que la cuela por la escuadra sin despeinarse su engominado cabello, aquél que hace bicicletas como si fuera fácil. No aquél que agrede a un contrario porque le roban el esférico, ése que suelta el brazo porque no le permiten salir a la contra directo a por su tercer gol, o ese reprimido jugador que no celebra un gol de su equipo porque proviene del rechace de un penalti errado por él mismo.

Tienen a un fenómeno del balompié en nómina, pero de tanto protegerlo, lo están maleducando.

lunes, 25 de enero de 2010

Reparto de sustos en Tenerife

El Valencia se llevó un escueto punto de Santa Cruz de Tenerife, que sabe a poco desde la perspectiva de serio aspirante a Champions que rodea al equipo de Emery, pero que parece hasta exagerado si se contempla en su conjunto el partido de ayer, con un cómputo de ocasiones mayor para el bloque isleño, más motivado y más enchufado desde el minuto 1.

Hasta en dos ocasiones llamó el Tenerife a la puerta del gol con sendos unos contra uno frente a César, que el guardameta vallisoletano, héroe y salvador valencianista, acertó a repeler. Con sólo dos minutos transcurridos, César Sánchez ya había sacado de forma milagrosa un testarazo envenenado en la misma raya de gol.

Se hablaba en la previa de evitar la embestidas iniciales del Tenerife. Los de Oltra suelen comenzar muy intensos los choques, y el Valencia lo sabía. Pero ni así salió centrado el conjunto che. Cuando despertó bien podría ir perdiendo, y por más de un gol además.

Estuvo impreciso en la entrega durante todo el choque, retenía el balón cuando había que ser directo, y era directo cuando había que contener. Además, Nino y sus compañeros, y sobretodo los magníficos centros Juanlu, incomodaban constantemente a la retaguardia valencianista. Bruno como lateral izquierdo circunstancial hace lo que puede, pero no parece suficiente.

Aun así, tuvo opciones para ganar el Valencia. Varias de Silva, espesísimo en la definición, un disparo de Pablo que fregaba el travesaño, y Navarro, cuyo disparo de cabeza se encontraba Sergio Aragoneses de pura fortuna.

Al final, reparto de sustos en el Heliodoro Rodríguez López tinerfeño, y nadie contento. Ni el Tenerife sale del pozo en un partido en el que mereció la victoria, ni el Valencia supo desplegar su temible juego a domicilio. El Madrid y el Barcelona se alejan con sus victorias, y el Sevilla y el Deportivo acechan. Todos ganaron salvo el Mallorca.

lunes, 18 de enero de 2010

El Valencia bombardea al submarino



Banega se sacaba un seco disparo que se estampaba de lleno contra las mallas de Diego López. Corría el minuto 6, y el Valencia ya estaba por delante en el marcador. ¿El Villarreal? Todavía no se había bajado del autobús. Y se podría decir que no lo llegó a hacer en todo el choque. Hasta su único tanto procedió de un regalo de Navidad del conjunto de Emery, cortesía de Alexis y César.

Puede que tuviera algo que ver en esta inoperancia amarilla la expulsión del central Kiko, en la jugada del más que dudoso penalti a Villa, que supuso, además, el 2-0. No obstante, el Valencia fue mejor durante los 90 minutos y mereció la victoria. Pudo ser más abultada, pero el 4-1 final es un premio más que apetitoso para una escuadra ché que ya se encuentra a tres puntos del Real Madrid y aleja a siete puntos de la quinta posición, ocupada por el Deportivo.

Un Silva en plan estelar se mostró omnipresente en una segunda parte en la que metió el tercero para el Valencia; opositó sin éxito para el cuarto al ponerla en el larguero tras rechace de Diego López, además de anotar un gol anulado por fuera de juego, y asistió a Villa para el cuarto, el de verdad, el que no fue derogado por el linier.

La escuadra grogueta creó peligro más a partir de la parsimonia y la apatía de la defensa valencianista, de reminiscencias riazorianas, que en base a su buen juego e ideas en ataque.

Gran partido de Albelda, inconmensurable en sus labores de contención e incluso animado para unirse al ataque. Comenzó en la medular junto a Banega, y acabó el partido acompañándole Marchena, tras los pitidos de la soberana grada en la sustitución del argentino por el sevillano.

Gran Valencia el de anoche, que encadena por primera vez en la temporada dos victorias consecutivas en su feuda y se confirma como la gran alternativa a la "liga de dos".


domingo, 17 de enero de 2010

Al Valencia le salen las cuentas



Al Valencia le salen las cuentas. El Sevilla sigue en caída libre y ayer salió vapuleado del Camp Nou, la Catedral paró el frenético ritmo del Real Madrid, y hoy se darán cita en el Ono Estadi, el Mallorca y el Deportivo, dos rivales directos en la lucha por los puestos europeos. Uno de ellos tendrá que perder, o los dos empatar. Pase lo que pase, el Valencia se frotará las manos.

Las cuentas salen, otro asunto muy distinto será que salgan las cosas esta noche. Al Villarreal le gusta el Mestalla y le agrada su vecino como rival. Y cuando te tienen comida la moral, parece que no hay forma humana, lógica y racional de meterles mano.

Desde que el submarino ha dejado de ser el hermano pequeño del Valencia para convertirse en uno de esos equipos capaces de quitarles el pasaporte para la Liga de Campeones, el equipo del Túria ha sido incapaz de alzarse vencedor frente a él. Mal augurio.

Este año, no obstante, parece ser que las cosas son distintas. El Villarreal no acaba de arrancar tras un lamentable inicio de temporada. Cuenta sus dos últimos choques por empates. Fue incapaz de hacer buena la igualada frente al todopoderoso Barcelona, y pinchó en su propio feudo frente al Almería de Juanma Lillo. Además, el Celta de Vigo, se encargó de evitar que el Villarreal siga en la lucha por la Copa del Rey. En el último minuto, de penalti. Como más duele.

El Valencia también cayó en la competición del k.o. . Sin embargo, esa maravillosa primera parte en Riazor ha de marcar el camino. Olvidar la segunda mitad es necesario. Que juegue Bruno Saltor y no Miguel, vital.

El conjunto de Emery tiene esta noche una prueba importante en casa. Donde las cosas no suelen funcionar tan bien. Donde el equipo no encuentra con facilidad el camino. Donde los rivales le incomodan hasta la desesperación.

De los grandes, tan sólo el Sevilla se ha vuelto del Mestalla a casa con los mismos puntos con los que llegó. Atlético y Barcelona sumaron un punto. Madrid tres. Buenas perspectivas para el Villarreal, a priori. Pero no hay que olvidar que el Valencia es tercero y le aventaja en 12 puntos.

Además estos partidos son distintos a cualquier otro. El año pasado se celebraron tres goles por escuadra, y algún que otro disparo a la madera.

Emery se deja en la grada a Fernandes, flojísimo en el duelo copero, y a los ya habituales descartes de Jordi Alba, Maduro y Baraja, además de Dealbert y el lesionado Del Horno.

Valverde tiene serios problemas para confeccionar una zaga de garantías, y todo indica que el canterano Kiko ocupará el puesto de central junto a Godín.

La suerte está echada, esperemos que además de las cuentas, las cosas salgan. Será a partir de las 21:00 en Mestalla, Valencia CF- Villarreal.

lunes, 11 de enero de 2010

El Valencia cumple el trámite en Xerez




El Reino Unido se veía blanco vía satélite. España sufría uno de los más intensos temporales que se recuerda. Andalucía, y, más concretamente, Xerez, no fue ajeno a esta situación. Llovió y de lo lindo en la localidad sureña. Además, club vive en un temporal crónico, igual que su césped, su situación clasificatoria y su maltrecha economía.

El Valencia salió a la conquista de Chapín obligado a obtener los tres puntos, con el no desdeñable acicate de la derrota sevillista en casa contra Canales y su Racing. Todo lo que no fuera ganar sería decepcionante. Y cumplió.

El Xerez, no obstante, es muy poco equipo. Muy débil defensivamente, sin argumentos ofensivos. Únicamente un poco de tesón, entrega e ilusión que quedan nubladas por el halo de impotencia que les rodea. En los metros finales con juego estático son, sencillamente, flojísimos -va por ti Antoñito-. Y hubieran sido incapaces de batir a una defensa y a César que no tuvieron su mejor tarde -véase el cambio de Mathieu- de no ser por la parsimonia del Valencia en la transición y el reslabón de Joaquín cuando era el último defensor.

Era el gol que respondía al tempranero tanto de Mata, que llegaba por un exceso de confianza. Los de Emery se sentían tan superiores que se relajaron sobremanera. El empate fue una sorpresa, pero ni de lejos un problema mayor. Villa apretó -la única vez en todo el partido- un poquito, asistió a Silva, y a la cazuela. El canario lleva dos goles en dos partidos desde su recuperación.

La soporífera segunda mitad del choque sólo deparó el buen gol de Marchena y el debut de Alejandro Domínguez. El primero aportó la tranquilidad al conjunto de Emery, porque ni contra el Xerez puedes estar seguro con tan sólo un gol de ventaja. El segundo dejó en 17 minutos algún que otro detallito. Pero no es suficiente material para análisis, la evaluación del argentino tendrá que esperar.


El apoteósico fin de semana no trajo consecuencias negativas para el Valencia, que sigue con paso firme hacia su clasificación para la Champions. Con la derrota de Sevilla en casa y la del Mallorca en el Bernabéu la quinta posición queda ya a cinco puntos.

viernes, 8 de enero de 2010

Domínguez y Banega firman autógrafos


Alejandro "el Chori" Domínguez, reciente incorporación del Valencia Club de Fútbol, y Éver Maximiliano Banega, han otorgado hoy a los aficionados del club blanquinegro una sesión de firma de autógrafos en la tienda oficial de la entidad sita en la calle Pintor Sorolla de la ciudad del Turia.

Dicha sesión se enmarca dentro de la presentación de la campaña de rebajas en las tiendas oficiales del club, la cual adapta los precios de los productos oficiales del Valencia Club de Fútbol a la época de crisis en la que nos hallamos.

lunes, 4 de enero de 2010

¿Qué fue de Ronald Koeman?


Ronal Cuman, Tintín para los colegas, Hijo de **** para Albelda, Angulo, Cañizares, Joaquín y la inmensa mayoría de la hinchada del Valencia Club de Fútbol, ostenta el dudoso honor de ser el entrenador que más cerca se quedó de llevar a un equipo, al mismo Valencia, a jugar la UEFA y la Segunda División española a la vez.

Se comprometió con el equipo de la capital del Turia un 31 de octubre, el del año 2007, sustituyendo al entrenador en funciones, de nombre de pila Óscar y de apellido Fernández, y no sin haberse asegurado un contrato blindado de esos que tanto le gustaba al presidente de aquel entonces, el señor Juan Soler.

La destitución del anterior técnico, Quique Sánchez Flores, se produjo durante la madrugada del 29 de octubre tras la derrota durante la noche anterior por 3-0 contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, que venía a confirmar el mal estado del equipo, ya mostrado varios días antes en Noruega, donde el Valencia sucumbió por 2 tantos a 0 frente al Rosenborg. No obstante, después de la abultada derrota contra el Sevilla, el conjunto ché era cuarto en la tabla, a sólo cuatro puntos del líder.

Acabó la temporada en la décima posición clasificatoria, gracias al buen hacer de Voro como entrenador en las últimas cinco jornadas. Si llega a ser por nuestro querido Ronald, Dios sabe cómo hubiera acabado esa hecatombe.

Llegó Koeman con la vítola de triple campeón de la Eredivisie holandesa, en un par de ocasiones con el Ajax de Amsterdam, y una, la última, en ese mismo año, con el PSV Eindhoven, club al que renunció por el Valencia.

Emprendió decisiones drásticas injustificadas por el fondo y la forma, como fueron la decisión de delegar al ostracismo a héroes del valencianismo como Cañizares, Albelda y Angulo; la pantagruélica confianza en Arizmendi en detrimento de otro de los grandes jugadores de los últimos años del fútbol español, Joaquín; la exigencia de fichar por la tarifa plana valencianista, 18 millones, a un tal Banega, para después no alinearle, y la contratación de un amiguito suyo de su época en Amsterdam llamado Maduro, cuya función debería de ser sustituir a Albelda, que ni de asomo lo consiguió.

Además, intentó implantar un dibujo táctico 4-3-3, y en él se obcecó hasta su destitución, sin reconocer la inviabilidad del proyecto, introducido sobre la marcha.

El Valencia de Koeman flirteó con el descenso, situación insólita para las nuevas generaciones de aficionados ché, al mismo tiempo que ganaba en el Calderón su séptima Copa del Rey, en un precioso 16 de abril de 2008.

Al domingo siguiente de esta histórica consecución, al Valencia de los contrastes le subía la soflama en la Catedral al caer por 5-1 contra el Athletic Club de Bilbao. Ése fue el último encuentro del holandés como entrenador del Valencia.

Koeman se tomó un año sabático gracias al finiquito procedente del Valencia, y esta temporada asumió las riendas del AZ Alkmaar, último campeón de la liga holandesa. No obstante, tardó únicamente tres meses en ser destituido por culpa de una penosa fase de clasificación en la Liga de Campeones, donde quedó cuarto, y un mal inicio de temporada en la liga, donde era sexto a 16 puntos del líder.

domingo, 3 de enero de 2010

Zigic marca en el descuento

El Valencia consiguió ayer in extremis una importante victoria frente al Espanyol de Pochettino en un encuentro cuyo máxime protagonista fue el delantero serbio Zigic, autor del gol de la victoria, quien parece reafirmarse en la plantilla siempre que se contempla su traspaso. El Valencia mereció más ante un equipo defensivo a ultranza, y con la derrota del Sevilla en el Calderón, también refrendada en los últimos instantes del partido, se reestablecerá de nuevo en la tercera plaza de la clasificación al finalizar esta decimosexta jornada.

Jordi Alba era la gran novedad en el once inicial de Unai Emery. El canterano, quien demostró en la hora que estuvo sobre el césped que está todavía en estado embrionario, posibilitó que Banega volviera a su posición natural y que Mata pasase a "hacer de Silva". La lesión de Pablo volvía a convertir a Joaquín en titular, mientras que otra de las atracciones del encuentro fue la titularidad del controvertido Miguel en su habitual posición de lateral derecho. El luso hizo un buen partid y convirtió en aplausos los pitidos que recibió de la afición en los primeros compases del encuentro.

El Valencia tuvo el mando en los primeros cuarenta y cinco minutos, pero el orden, la mentalidad y el sacrificio defensivo de los espanyolistas imposibilitaron que los blanquinegros gozarán de grandes ocasiones de gol en esta primera mitad. Sólo un frustrado golpeo de Alba, una cabalgada de Miguel sin atinar en el remate y algún que otro intento de un desafortunado ayer Villa, intentaron inquietar al guardameta camerunés Kameni, quien no tuvo que emplearse a fondo.

El juego ofensivo del Espanyol bebió del contragolpe y de las pérdidas valencianistas en su propio campo. En una pérdida de Banega, Márquez buscó el gol visitante pero la parada de César y el posterior despeje de Alexis impidieron que la primera ocasión -y única- de los periquitos tuviera su finalización en el fondo de las mallas.

En la segunda parte, el guion se movió por los mismos derroteros, salvo que el Espanyol separó sus líneas, buscó de forma sensiblemente mayor el arco de Valencia, y las ocasiones comenzaron a llegar. Villa se inventó una jugada de crack, se fue de dos rivales, caño incluido para superar al segundo obstáculo, pero se encontró con el pie de Kameni como óbice para anotar el primer tanto. Posteriormente, de nuevo el Guaje lo intentaría con un disparo cruzado que el propio internacional de Camerún volvería a sacar con sus pie derecho.

En ese momento, las fichas comenzaron a moverse, Pochettino dio entrada a Shunsuke Nakamura, la estrella mediática, que no futbolística, del conjunto barcelonés, mientras que Emery sacaba a Zigic por Jordi Alba para alcanzar la supremacía del juego aéreo. El serbio por fin estuvo bien, activo, peleón y certero.

Fue Roncaglia, no obstante, quien tuvo una clara oportunidad que el mismo se fabricó tras robarle la cartera a Mata. La cruzó demasiado. Poco después, en un despiste de Navarro, Luis García no supo finalizar la jugada tras marcharse de César. Alexis se interpuso. Ése fue el último acercamiento de los pericos.

Cerca del final, Mata habilitaría un perfecto centro a Villa, que éste cabeceó incomprensiblemente al poste, y la retaguardia del Espanyol evitaría que en la continuación de la jugada Joaquín consiguiera el tanto.

Fue el de Puerto de Santa María quien, en el minuto 92 de juego, colocaría un perfecto centro hacia el punto de penalti para que Zigic hiciera justicia en el electrónico con un toque perfecto al palo izquierdo de la meta blanquiazul, para desesperación de Pochettino y euforía de la grada valencianista.

El Mestalla se le atraganta al Valencia, pero ayer las tornas se cambiaron y fue el equipo local quien en los últimos instantes marcó un gol que, sin duda alguna, vale oro.

viernes, 1 de enero de 2010

Dieta navideña

¿Qué es lo que comen los deportistas durante la temporada navideña? Pues muy fácil señores, carne y pescado, como todos los mortales, pero en concreto una: la carne de conejo.
La carne de conejo no es tan comentada entre los deportistas como por ejemplo la carne de pollo, y sin embargo es una carne muy magra, blanca y perfecta para una dieta deportiva. Bajo contenido en grasa y proteínas de alto valor biológico hacen de la carne de conejo un alimento pefecto para el deportista.

Aunque una carne tenga poca grasa siempre debemos fijarnos en el perfil de ácidos grasos, y en este caso los ácidos grasos mono y poliinsaturados salen ganando, más puntos a favor de la carne de conejo. Y con respecto al colesterol, más de lo mismo, tiene menos colesterol que el pollo, cerdo o vaca.
Como buen alimento completo, además de macronutrientes debe tener micronutrientes clave, como son fósforo, hierro, selenio y vitaminas B3, B6, B12 y ácido fólico. Y como tiene poco contenido en sodio nos ayuda con la retención de líquidos y la pesadez en las digestiones.

En estas fiestas la carne de conejo es una buena opción para ahorrarnos grasas y comer más saludable. Y para el deportista es fácil introducir este alimento en la dieta: con pasta, con salsas, con arroz caldoso…hay múltiples posibilidades



Una vez ya comentado el comensal navideño por parte de los deportistas de élite, entre los cuales incluimos, como no, a los futbolistas, también convendría aclarar cuáles son los regalos que se hacen entre deportistas e incluso entre las propias familias de los deportistas más importantes del planeta Tierra.

Para una persona que realiza alguna actividad deportiva siempre son útiles las maletas para transportar y guardar sus cosas. Existen muchos diseños y cada uno se adapta a algún tipo de deporte. Se pueden encontrar desde “zapateras” para fútbol, hasta maletas para transportar raquetas de tenis o palos de golf; sin embargo, también hay modelos que se adaptan a cualquier necesidad.

Los pants y las bermudas o shorts, son básicos para cualquier deportista. Una muy buena opción si la persona a la que te toca regalarle hace ejercicio. Son fáciles de conseguir, muy útiles y se pueden encontrar precios competitivos que se ajusten a todos los presupuesto. Además, son los regalos que un deportista siempre está esperando porque son muy cómodos y en casi todas las actividades se utilizan.

Una muy buena opción para dar un regalo muy especial es el calzado. El calzado deportivo tiene una gran variedad de modelos que van de acuerdo al tipo de deporte que se realiza. Lo más común son los zapatos tenis, que son un calzado deportivo por excelencia y que generalmente son útiles para casi todas las especialidades.

Pero también existen marcas y modelos específicos para cada tipo de deporte. Por ejemplo, si la persona en cuestión juega fútbol, se debe investigar si se trata de fútbol once, futbol sala o fútbol siete. Para cada una de estas variantes existe un modelo especial. Lo mismo para el baloncesto, el tenis, el squash, el voleibol, el béisbol, el fútbol americano, así hasta llegar al golf.
Eso sí, ante todo, los deportistas, igual que el resto de personas, disfrutan en navidad de la alegría de poder disfrutar de sus familias, en un ambiente distendido y agradable y como no, abriendo interminables paquetes de regalos.