El Valencia amplió su ya de por sí extensa gama de recursos y se llevó los tres puntos del Reyno de Navarra gracias a la soberbia actuación del doble pivote conservador que había propuesto Unai Emery. La apuesta defensiva del técnico de Hondarribia, que consistió en la alineación de Albelda y Marchena en la medular, no pudo darle mejor rendimiento al equipo, que con este 1-3 ya suma cinco victorias en seis partidos disputados a domicilio.
Mención especial merece la actuación de Carlos Marchena, que con su asistencia magistral a Villa en el primer gol ché y su golazo desde la frontal, sirvió la victoria en bandeja a sus compañeros. Además, provocó la expulsión de Walter Pandiani en otro alarde más de veterania y experiencia.
El partido comenzaría dominado por el Osasuna, merced a una mayor intensidad y precisión en los pases. No obstante, los centros acometidos por Puñal, Camuñas y Juanfran no se verían reflejados ni siquiera en ocasiones de gol. En esa tesitura no hallábamos cuando Carlos Marchena encontró un espacio en el segundo tercio del campo, vió el desmarque del Guaje, y picó una milimétrica asistencia con la siniestra que el matador asturiano se ocupó de completar con un difícil toque sutil de volea al palo izquierdo defendido por Ricardo. Minuto 11. Primera oportunidad, primer gol. Así es el Valencia.
Desde entonces, el partido empezó a estar comandado por el conjunto de la capital del Turia y, las únicas acometidas navarras llegaban, con más corazón que cabeza, a partir de centros al área sin encontrar rematador. En el minuto 19 una asistencia de Villa a Silva, cuyo chut rebotaría en un zaguero local, acabaría tras un despeje con el balón en la frontal en posesión de David Albelda, quien viendo la adelantada posición del guardameta rojillo, elevaría lo justo y necesario la bola en una gran vaselina para colocar en el electrónico el 0-2. Emery había planteado una alineación de amarre y, paradójicamente, se hallaba con un 0-2 en el minuto 20, merced a una actuación estelarmente ofensiva de sus dos medios centros defensivos.
A partir de entonces, lección de solidez blanquinegra e impotencia osasunista. Los de Camacho comenzaron a calentar el partido. Cada vez que pasaban de la línea divisoria buscaban lanzarse a la manta verde en búsqueda del silbido arbitral y su correspondiente centro al área. La única ocasión clara de la primera parte la tuvo Aranda en el minuto 43 en una de estas jugadas. Su testarazo salió a ras de poste. El Valencia trataba de salir a la contra como acostumbra y hasta en 5 ocasiones el asistente decretó fuera de juego. El de Pablo en el minuto 38 pareció no ser.
En la segunda mitad, el ánimo navarro para intentar igualar la contienda se vería frustrado con el golazo de Marchena en el minuto 56. El sevillano remataba desde la frontal un esférico que se le aproximaba botando, y el balón reposaba dentro de la portería tras estamparse contra el larguero. El Valencia se colocaba 0-3 y la victoria parecía asegurada. En ese momento Camacho optaría por mover las piezas y daría entrada a Masoud y Dady en sustitución de Aranda y Calleja, respectivamente. El iraní recién entrado fue el jugador que más problemas produjo a los de Emery.
En el minuto 65, un desquiciado Pandiani golpeaba con el codo a Marchena. Sería lo último que haría en el terreno de juego hasta dentro de dos semanas como mínimo. Expulsión.
Tres minutos después, una larga jugada sin ningún despeje certero se veía finalizada por el remate de cabeza al fondo de la red de Masoud, a centro de Puñal. El Osasuna tiraría de orgullo con uno menos en el campo pero tan sólo tendría una ocasión clara para recortar más distancias.
El Valencia, con Banega y Baraja en el campo, se ocuparía de matar el partido hasta el pitido final. El mediocentro argentino recibiría antes de dicho silbido una dura entrada de Miguel Flaño, la cual el árbitro Velasco Carballo sancionaría con roja directa.
Los de Emery han superado con creces la prueba de fuego del infierno de Pamplona y encaran al futuro con optimismo. Camacho no podrá quejarse del arbitraje como lo ha hecho su fanática afición, pañolada y bocadillazo al linier incluidos, pues el Valencia le ha dado una lección de fútbol y ha ganado, simplemente, porque es mejor.
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