sábado, 14 de noviembre de 2009

26 de junio de 1999




David Gutiérrez.- Recuerdo con sublime cariño la noche del 26 de junio de 1999. En esa fecha el Valencia Club de Fútbol consiguió, tras 19 años de sequía de títulos, su sexta Copa del Rey.

Supuso uno de mis primeros recuerdos futbolísticos. Por entonces, era un niño de escasos ocho años y medio. Hoy, algo más de una decada después, me siento en condiciones de rememorar el día que inició la segunda época dorada del Valencia.

Me considero parte de una generación afortunada. No en vano, desde que tengo (tenemos) uso de razón -tasaremos ese momento en la temporada de la Copa de la Cartuja- no han transcurrido más de cuatro años sin ver al capitán de nuestro equipo levantando una copa.

No vimos, ni espero que no veamos nunca, descender a nuestro equipo del alma. Y lo hemos visto, afortunadamente, muy pocas veces deambular por los puestos de mitad de tabla. Se me hace muy extraño ver al equipo ché en el puesto número 10, 11, o 12 de la tabla clasificatoria.

Pero hubo un tiempo en el que el Valencia no era tan regular como lo es ahora. Por ejemplo, del subcampeonato liguero liderado por Pedja Mijatovic en el año 1996 se pasa a la decimoprimera posición de la temporada siguiente.

Esa alternancia mediocridad- brillantez se tornó en grandeza definitivamente (esperemos) en la temporada 98/99. Un tal Claudio Ranieri aceptaba dirigir a su hómonimo de apodo "Piojo", a Gaizka Mendieta, a su paisano Amedeo Carboni, y a los demás formantes de la pléyade valencianista, tras el paso de un Valdano que no gustó a nadie.

Ranieri puso los cimientos de la solidez defensiva tan característica de la gran mayoría de temporadas de la última década, y ensalzó un estilo de juego directo y rápido con Claudio López como principal artillero (que se lo digan a Louis Van Gaal).

Aquel bendito año, el Valencia se clasificó por primera vez en su historia para la Champions League, y se proclamó campeón de Copa del Rey.

En la competición del knock out, el actualmente tercer mejor equipo de la historia del fútbol español, apearía al Levante en un plácido cruce de octavos. Posteriormente, se desharía del Barcelona, ganándole tanto en el Camp Nou (2-3, ojo al golazo de Mendieta), como en el Mestalla (4-3), en una semana en la que comenzarían las famosas pesadillas del técnico holandés culé con el argentino "Piojo" López. En semifinales llegaría la apoteósica paliza tenística al Real Madrid, con un set en blanco (6-0), que convertiría la vuelta en la Castellana en mero trámite (2-1).

El desenlace ya lo saben todos, 3-0 frente al Atlético, con otra exquisita obra de arte de Gaizka Mendieta. Esa noche, en la que todo cambió, la tendré siempre en mi corazón: me di cuenta de alguna que otra falacia de la vida. Ni Santa Claus, ni los Reyes Magos, ni Papa Noel. Lo que realmente hace feliz a un retoño de ocho años, es que su equipo levante un título.



2 comentarios:

  1. yo también recuerdo esa noche con especial cariño!

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  2. "el actualmente tercer mejor equipo de la historia del fútbol español" sabias palabras amigo mío...el tercero porque por delante ya sabes quien va......;)

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