miércoles, 4 de noviembre de 2009

Los magos del balón

Todos hemos crecido en nuestra infancia con referentes que directa o indirectamente han marcado nuestro devenir como personas. Las etapas de la vida de la gente estan marcadas por detalles, por recuerdos que antes o después nos vuelven a la mente y nos hacen recordar con exactitud todo aquel
lo vivido antaño. Algunos lloraron con la lacrimógena búsqueda eterna de la madre de Marco, otros se enternecieron con los noños y cándidos relatos de Heidi, nosotros disfrutamos y sentimos como propios todos los vibrantes encuentros que disputaban nuestros ídolos japoneses, Oliver y Benji.

Estos grandiosos personajes nipones han marcado un antes y un después en nuestro desarrollo como personas. Si bien es cierto que no nos ayudaron en exceso a comprender lo que era el mundo del fútbol real, nos animaron a ser compañeros, a luchar por nuestros objetivos y nuetros sueños, siempre amando al balón. Todos reco

rdamos con cariño cuando nos levantamos por las mañanas de los sábados, nos deslizamos por el pasillo sin hacer ruido para no despertar a nuestros padres y esperábamos ansiosos frente al televisor el comienzo de nuestra serie, “Campeones, Oliver y Benji”.

Aquellas interminables disputas de balón, remates acróbaticos, paradas estratosféricas, desafíos rutilantes entre los jugadores, miradas asesinas, pelotas deformadas, disparos con trayectorias imposibles, saltos al vacío y en definitiva miles de pequeñas historias y anécdotas que componían el pequeño mundo paralelo, en el que sólo el fútbol, la final del campeonato nacional juvenil y el prometido viaje a Brasil con Roberto eran relevantes.

Tampoco nos engañemos, la serie era extremadamente educativa, ya que trasmitía ingentes valores humanos, pero también entrañaba su peligro. ¿Quién no se ha hecho alguna vez una herida en las rodillas tratando de emular a los gemelos Derrick realizando la famosa “catapulta infernal”? ¿Quién no se arremangó las mangas de la camiseta y intentó imitar el “disparo del tigre “en el salón de su casa? ¿Quién no se caló la gorra hasta las cejas y desafío a su hermano a marcarle un gol como haría el mísmisimo Benji?

Y es por esto, como en la actualidad no podemos comprender como nuestros pequeños pueden criarse y crecer sanamente sin la inestimable colaboración de estos magos del balón.

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