Ronal Cuman, Tintín para los colegas, Hijo de **** para Albelda, Angulo, Cañizares, Joaquín y la inmensa mayoría de la hinchada del Valencia Club de Fútbol, ostenta el dudoso honor de ser el entrenador que más cerca se quedó de llevar a un equipo, al mismo Valencia, a jugar la UEFA y la Segunda División española a la vez.
Se comprometió con el equipo de la capital del Turia un 31 de octubre, el del año 2007, sustituyendo al entrenador en funciones, de nombre de pila Óscar y de apellido Fernández, y no sin haberse asegurado un contrato blindado de esos que tanto le gustaba al presidente de aquel entonces, el señor Juan Soler.
La destitución del anterior técnico, Quique Sánchez Flores, se produjo durante la madrugada del 29 de octubre tras la derrota durante la noche anterior por 3-0 contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, que venía a confirmar el mal estado del equipo, ya mostrado varios días antes en Noruega, donde el Valencia sucumbió por 2 tantos a 0 frente al Rosenborg. No obstante, después de la abultada derrota contra el Sevilla, el conjunto ché era cuarto en la tabla, a sólo cuatro puntos del líder.
Acabó la temporada en la décima posición clasificatoria, gracias al buen hacer de Voro como entrenador en las últimas cinco jornadas. Si llega a ser por nuestro querido Ronald, Dios sabe cómo hubiera acabado esa hecatombe.
Llegó Koeman con la vítola de triple campeón de la Eredivisie holandesa, en un par de ocasiones con el Ajax de Amsterdam, y una, la última, en ese mismo año, con el PSV Eindhoven, club al que renunció por el Valencia.
Emprendió decisiones drásticas injustificadas por el fondo y la forma, como fueron la decisión de delegar al ostracismo a héroes del valencianismo como Cañizares, Albelda y Angulo; la pantagruélica confianza en Arizmendi en detrimento de otro de los grandes jugadores de los últimos años del fútbol español, Joaquín; la exigencia de fichar por la tarifa plana valencianista, 18 millones, a un tal Banega, para después no alinearle, y la contratación de un amiguito suyo de su época en Amsterdam llamado Maduro, cuya función debería de ser sustituir a Albelda, que ni de asomo lo consiguió.
Además, intentó implantar un dibujo táctico 4-3-3, y en él se obcecó hasta su destitución, sin reconocer la inviabilidad del proyecto, introducido sobre la marcha.
El Valencia de Koeman flirteó con el descenso, situación insólita para las nuevas generaciones de aficionados ché, al mismo tiempo que ganaba en el Calderón su séptima Copa del Rey, en un precioso 16 de abril de 2008.
Al domingo siguiente de esta histórica consecución, al Valencia de los contrastes le subía la soflama en la Catedral al caer por 5-1 contra el Athletic Club de Bilbao. Ése fue el último encuentro del holandés como entrenador del Valencia.
Koeman se tomó un año sabático gracias al finiquito procedente del Valencia, y esta temporada asumió las riendas del AZ Alkmaar, último campeón de la liga holandesa. No obstante, tardó únicamente tres meses en ser destituido por culpa de una penosa fase de clasificación en la Liga de Campeones, donde quedó cuarto, y un mal inicio de temporada en la liga, donde era sexto a 16 puntos del líder.
Se comprometió con el equipo de la capital del Turia un 31 de octubre, el del año 2007, sustituyendo al entrenador en funciones, de nombre de pila Óscar y de apellido Fernández, y no sin haberse asegurado un contrato blindado de esos que tanto le gustaba al presidente de aquel entonces, el señor Juan Soler.
La destitución del anterior técnico, Quique Sánchez Flores, se produjo durante la madrugada del 29 de octubre tras la derrota durante la noche anterior por 3-0 contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, que venía a confirmar el mal estado del equipo, ya mostrado varios días antes en Noruega, donde el Valencia sucumbió por 2 tantos a 0 frente al Rosenborg. No obstante, después de la abultada derrota contra el Sevilla, el conjunto ché era cuarto en la tabla, a sólo cuatro puntos del líder.
Acabó la temporada en la décima posición clasificatoria, gracias al buen hacer de Voro como entrenador en las últimas cinco jornadas. Si llega a ser por nuestro querido Ronald, Dios sabe cómo hubiera acabado esa hecatombe.
Llegó Koeman con la vítola de triple campeón de la Eredivisie holandesa, en un par de ocasiones con el Ajax de Amsterdam, y una, la última, en ese mismo año, con el PSV Eindhoven, club al que renunció por el Valencia.
Emprendió decisiones drásticas injustificadas por el fondo y la forma, como fueron la decisión de delegar al ostracismo a héroes del valencianismo como Cañizares, Albelda y Angulo; la pantagruélica confianza en Arizmendi en detrimento de otro de los grandes jugadores de los últimos años del fútbol español, Joaquín; la exigencia de fichar por la tarifa plana valencianista, 18 millones, a un tal Banega, para después no alinearle, y la contratación de un amiguito suyo de su época en Amsterdam llamado Maduro, cuya función debería de ser sustituir a Albelda, que ni de asomo lo consiguió.
Además, intentó implantar un dibujo táctico 4-3-3, y en él se obcecó hasta su destitución, sin reconocer la inviabilidad del proyecto, introducido sobre la marcha.
El Valencia de Koeman flirteó con el descenso, situación insólita para las nuevas generaciones de aficionados ché, al mismo tiempo que ganaba en el Calderón su séptima Copa del Rey, en un precioso 16 de abril de 2008.
Al domingo siguiente de esta histórica consecución, al Valencia de los contrastes le subía la soflama en la Catedral al caer por 5-1 contra el Athletic Club de Bilbao. Ése fue el último encuentro del holandés como entrenador del Valencia.
Koeman se tomó un año sabático gracias al finiquito procedente del Valencia, y esta temporada asumió las riendas del AZ Alkmaar, último campeón de la liga holandesa. No obstante, tardó únicamente tres meses en ser destituido por culpa de una penosa fase de clasificación en la Liga de Campeones, donde quedó cuarto, y un mal inicio de temporada en la liga, donde era sexto a 16 puntos del líder.
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